Leía alguna vez en un viejo libro
la expresión de Horacio: “Recorres el mundo en busca de una felicidad que
está siempre al alcance de tu mano” Si preguntamos a la gente que es lo que
más desean en la vida, la respuesta más común será:
“Quiero
ser feliz” ¿Por qué son felices tan pocas personas? ¿Por qué la industria de
los antidepresivos es una de las más florecientes? ¿Por qué tan pocos seres
humanos se consideran a sí mismos felices? ¿No será que hemos estado buscando
la felicidad en lugares equivocados?
Estoy convencido que todos tenemos
la capacidad de ser felices. No importa el dinero que tengas o no tengas, no
importa el tipo de trabajo, ni el lugar donde vivas. Cualesquiera que sean tus
circunstancias presentes, tienes en ti mismo no solo el poder de ser feliz,
sino de experimentar una gran abundancia
de felicidad.
La Abundancia de Felicidad no solo
es librarse de la depresión y del dolor, sino que más bien consiste en una
sensación de alegría, de contento y de maravillado asombro ante la vida. Esto
no significa que sea posible, ni siquiera deseable, vivir en éxtasis continuo.
Hay momentos en los que nuestras
vidas se ven afectadas por tragedias y pérdidas personales y es totalmente
natural sentir tristeza, pena y decepción. Pero hay diversas formas de hacer
frente a tales experiencias y con mucha frecuencia, los obstáculos y las
adversidades de la vida podemos convertirlos en triunfos.
Y del mismo modo hay personas que
teniendo una vida muy modesta son muy felices, pues enfocan su mente en lo que
tienen como bienes y recursos materiales. Por eso el que ve su vaso medio
lleno, es más feliz que el que lo ve medio vacío.
Nuestra actitud hacia la vida es lo
único que determina nuestra felicidad. Por eso para ser felices no necesitamos
más dinero ni una casa más grande ni un mejor trabajo, todo lo que tenemos que
hacer es cambiar de actitud. La fuente de la satisfacción debe
surgir de la mente, porque si no, malgastará su vida en esfuerzos inútiles.
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