martes, 21 de julio de 2015

LA GRANDEZA DE UN GRAN HOMBRE.

Don Porfirio Díaz - 1915.
Llegó a mis manos un libro que hace una remembranza de las diferentes hazañas que consumó el general Porfirio Díaz durante los treinta años que ejerció el poder en México y una de las expresiones que más me llamó la atención, fueron las palabras que escribió el señor Federico Gamboa en su "Diario” después de la visita que le hizo a Don Porfirio en París en el mes de julio de 1913 precisamente antes de tomar posesión del cargo de Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país, nombrado por el Presidente Huerta con los siguientes comentarios:

“Para los que lo empujaron a este destierro indefinido, --buitre que, así él disimule gracias a su voluntad de acero, está acibarándole sus últimos días,--ni una censura ni una queja, ni menos una injuria que cualquiera en su caso proferiría por sobra de razón y por despecho  “humano, demasiado humano”--, que dijera Nietche. Tal serenidad,--la única que sin embargo cuadra con su grandeza--, me lo agiganta. ¿Irá a resultar todavía más grande en su destierro de lo que ya lo fuera como estadista y gobernante?Entonces sólo cabría compararlo a Marco Aurelio, “el más virtuoso de los emperadores romanos”, y, a pesar de ello, más grande como hombre que como príncipe”

Tal vez ya presentía don Federico Gamboa la severa crítica que harían los hombres de la revolución, sus contemporáneos y la falta de respeto al ilustre caído, ya que se valieron de toda la ignominia posible para cubrirlo de infamia. Surgieron diversos pasquines y folletos contra el gobernante desterrado que hicieron circular en esas fechas, igualmente ofensivos.

Como es costumbre y haciendo leña del árbol caído y para hacer pedazos el prestigio de Porfirio Díaz emprendieron una campaña despiadada los fanáticos del nuevo régimen y los desertores de la dictadura que deseaban incorporarse a las filas de la revolución. El recuerdo del General Díaz, ha sido motivo para quitar el sueño como de costumbre a muchos codiciosos que en todo momento son los eternos egoistas del aplauso de la posteridad.

Con el objeto de acabar con la fama del “Héroe del dos de abril” como fue conocido en miles de discursos que fueron publicados en centenares de folletos, que despertaron muchas envidias, que fomentaron las más comentadas críticas y envidias, y han despertado los rencores más bajos de muchos de sus enemigos que ocultos en la multitud y sombra, surgieron de la nada después de que el Héroe se encontraba distante en su destierro, aquellos que se declararon siempre como “porfiristas” que en algún momento lo adularon, para ofenderlo públicamente y que con ello recibieron grandes recompensas por el sucio trabajo desarrollado.


No debemos olvidar al gran gobernante que construyó los ferrocarriles y los puertos de México, y colocó el crédito del país al cuatro y medio por ciento, la tendencia que siempre tuvo de importar capitales extranjeros para obtener de las entrañas del país las riquezas que no se podían extraer con los insignificantes recursos nacionales, su estímulo constante para los que disponían de espíritu empresarial, su afán de construir obras productivas para beneficio del país y la formulación de programas como los que aplicarán en otras fechas, los nuevos gobernantes que han continuado en el poder en la época actual  y que no han podido rebasar su obra que dejó para la posteridad…

¡Debemos recordar que los grandes hombres nunca se olvidarán!.




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