lunes, 6 de julio de 2015

CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DEL GENERAL PORFIRIO DIAZ.

General Porfirio Díaz.
Ahora que se están celebrando los cien años del fallecimiento del General Porfirio Díaz, recuerdo que mis padres que vivían en el puerto de Veracruz, me platicaban que siendo muy jóvenes fueron a despedir el barco Ypiranga el buque de carga alemán en el que fue deportado General después de que renunció a la presidencia del país el 25 de mayo de 1911 en donde pedía con los ánimos más calmados, se hiciera un juicio correcto de su actuación, mostrando siempre la estimación que durante toda su vida había consagrado en beneficio del pueblo mexicano. Su destino fue a París donde vivió los últimos cuatro años de su vida.

Con la información que recibí de niño siempre he considerado a “Don Porfirio” como un verdadero patriota y un gran mexicano que durante su mandato mantuvo a este país en paz como ningún presidente anterior lo había tenido y como todo hombre en el poder tuvo luces y sombras durante su mandato, por lo mismo pienso que nunca deberán ser traídos sus restos a nuestro país, después de descansar en paz durante un siglo en el cementerio de Montparnasse en París Francia.

A Don Porfirio (como coloquialmente se le nombra) nunca se le ha reconocido su mayor heroísmo el de la renunciación, la revuelta que inició Madero no lo sacó de la presidencia, él tenía alcances suficientes (como lo había demostrado anteriormente) de haber terminado esa rebelión con la fuerza de las armas, pero esa hombrada le hubiera ocasionado al país un mayor derrame de sangre, eligiendo renunciar y salir del país.

Fue un magnífico Presidente, durante su gestión se construyeron 18 mil kilómetros de vías férreas, se tendió la red de telégrafos, se estableció el servicio de correos, se crearon nuevas ciudades, se mejoraron las instalaciones portuarias, se documentó debidamente la deuda externa y se mejoró la opinión de nuestro país en los mercados financieros, participando activamente en la atención de problemas de salud, la prevención de enfermedades y en forma preferente atendió la educación en nuestro país.

Alguna ocasión escuché la frase de que “fue el mayor asesino de la historia” pero los crímenes que se le atribuyen a Don Porfirio no fueron ni remotamente el número uno en ese renglón como le atribuyen algunos críticos de la historia oficial de nuestro país; sino han existido otros casos atribuibles a los caudillos de la revolución a los presidentes originados en Sonora, la matanza de los chinos en Torreón, los fusilamientos y atrocidades de Francisco Villa, la guerra Cristera, la noche de Tlatelolco y otras tantas barbaridades que fueron cometidas en corto tiempo, donde el General Porfirio Díaz resultaría libre del juicio que le condena la Historia.

Yo sigo considerando que Porfirio Díaz fue un gran mexicano que sintió mucho amor por su país y si gobernó con mano dura fue por razones atribuibles a su época que prefirió un honrosísimo destierro que dura hasta la fecha donde descansa en paz en París, donde no es juzgado por nadie y es visitado por muchos buenos mexicanos que lo consideramos un mexicano sobresaliente.


Es posible que en alguna fecha futura cuando nuestra historia sea más veraz, se hagan reconocimientos completos que nos acerquen a practicar un “juicio correcto” de aquel hombre que lo demostró para honrar a la patria a la que sirvió y después de cumplir el centenario de su muerte, pueda seguir gozando del descanso que merece.

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