lunes, 17 de noviembre de 2014

RECONOCE TUS ÉXITOS PERSONALES.

Con frecuencia la mayoría de nosotros casi nunca reconocemos nuestras virtudes personales debido a que pocas veces tenemos la sensación de haber triunfado y por consecuencia haber logrado un éxito. Si recapacitamos un poco y nos dejamos invadir por la sensación del triunfo, sentimos inmediatamente la necesidad de restar importancia a nuestros logros, sobre todo delante de nuestros familiares y de nuestros amigos, antes de reconocerlo estamos automáticamente negando que hayamos legrado nunca nada.

Muchas personas con éxito sí se deleitan en sus logros y nos lo demuestran cuando visitamos sus oficinas o despachos y hogares mostrando colgados en cuadros sus fotografías, títulos profesionales, constancias de diversos estudios realizados, exhibiendo premios y felicitaciones en las repisas o chimenea o en vitrinas para tal propósito. Han alcanzado el éxito y no solo les aplaude su mundo profesional, sino que ellos mismos se congratulan por haber obtenido esos galardones.

Si hacemos la narrativa de un poco de historial, nos  cercioramos de que el origen de esta conducta tan poco amable hacia nosotros, muchas veces nos veremos de pie en silencio, esperando pacientemente un reconocimiento paterno que nunca llegó, independientemente de nuestro logro concreto. Y mucho después del transcurso del tiempo debido a que estamos condicionados a creer que nunca haremos nada los bastante bien, perpetuamos este círculo destructivo, negándonos a darnos el beneplácito por nuestros triunfos.

En mi caso, después de haber obtenido el tan codiciado título profesional, continué en el afán de seguir mi preparación dentro de mi especialidad y me inicié en la nueva experiencia de continuar la maestría en mi especialidad. En fecha posterior a este proyecto seguí estudiando el doctorado en la misma especialidad, habiendo logrado conseguir en un período de cinco años y mediante la presentación de dos exámenes de grado, los correspondientes a la maestría y al doctorado. Superficialmente parecía haber triunfado al conseguir los dos grados correspondientes a la especialidad.

Pero también había sucumbido ante el espejismo idealizado, al suponer que con la obtención de ese proyecto creativo, sería el que me traería el reconocimiento que había aspirado a llegar durante toda mi vida. El gran momento acabaría de llegar, creí haber escalado a las altas esferas que podía tener a mi alcance, ya que había conseguido mi proyecto, o sea que mi nave tantas veces navegando, por fin había llegado a puerto. Aun así, no hubo ese tan esperado reconocimiento o el beneplácito y desde luego no me lo concedía a mí mismo, la única fuente posible del mundo exterior. Seguro que el mundo iba a percatarse de la gran importancia de los proyectos que tenía en mente para desarrollarlos en fecha próxima.

Así que empecé a buscar pistas y hallé pruebas en los archivos que tenía en diversas cajas de cartón que atestiguaban las constantes premiaciones que tenía acumuladas y que finalmente llevé a enmarcar algunos de mis recuerdos favoritos como fueron: título, grados académicos, cubiertas de libros escritos en la Universidad y otras tantas distinciones recibidas en diferentes fechas y lugares. Cuando los colgué en el salón, di un paso atrás y los miré como si hubiera yo sido un desconocido. Me asombré al ver todo ese material junto, me felicité por el trabajo realizado.


Ahora retengo los momentos de éxito obtenido y los considero como testimonios físicos de mis triunfos logrados que al observarlos, me estimulan enormemente a que me sienta como un hombre con éxito.

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