jueves, 13 de noviembre de 2014

DE QUÉ HABLAS CUANDO HABLAS DE ÉXITO.

Gran parte de nosotros creemos haber tenido el éxito en varios aspectos de nuestra vida porque sentimos que lo hemos alcanzado. Esto puede ocurrir en diferentes etapas de nuestra existencia, aunque muchas veces sentimos en lo más profundo de nuestro sentir. Podemos creer que no ha ocurrido tal acontecimiento. Muchas veces lo hemos alcanzado y rara vez lo admitimos y por este motivo queremos gustar al mundo, así como a toda la gente que lo habita. Estamos aquejados de una potente combinación de condicionamiento público y privado durante toda una vida.

Si consultamos el diccionario podemos conocerlo como “la consecución del fin deseado” y “la obtención de riquezas, favores o eminencia”. Cuando alcanzamos el éxito “prosperamos, medramos, florecemos” y cuando no lo alcanzamos, queremos que la tierra nos trague. Podemos considerar que lo opuesto al éxito es el fracaso y lo comparamos como una cuestión de blanco o negro. Es lo bueno o es lo malo, es un golpe de suerte o es tener mala suerte y en realidad no es ninguna de esas cosas. Son las dos fuerzas del Universo sobre las cuales no podemos tener absolutamente ningún control. Olvidamos que lo único que podemos controlar es nuestra respuesta al éxito y al fracaso.

Anteriormente se llegó a considerar que el éxito, el poder y la riqueza se consideraban manifestaciones físicas como una gracia otorgada por la Divina Providencia. También se consideraba como la búsqueda del éxito como “nuestra enfermedad nacional. En el caso de los norteamericanos lo consideran como “la realización del sueño americano”. Un siglo después, aun cuando vemos a las víctimas desmoronándose a nuestro alrededor, seguimos sin creerlas. En estos casos hay que recordar con mucha frecuencia que es lo que el mundo nos otorga; también puede llegar el momento en que nos lo arrebata y esta situación puede ocurrir con frecuencia si no tomamos las debidas precauciones para su conservación.

Y lo que puede ocurrir en estos casos, es que la mayoría de nosotros tenemos una versión muy diferente de que existen dos clases de éxito: “el terrenal y el auténtico” porque con frecuencia necesitamos precisar cuál es el éxito que verdaderamente buscamos y para ello necesitamos saber entre lo que es real y entre lo que no lo es, porque el éxito forma parte del plan de estudios por el que todos transitamos, como es el caso de la Universidad de la Vida.

Necesitamos precisar cuál es la clase de éxito que tenemos la pretensión de conseguir, porque no hay nada de malo cuando iniciamos la búsqueda del éxito terrenal y la independencia económica y esto me hace reflexionar que el verdadero objetivo de la vida es vivir siempre amparados con la luz de nuestra razón que es por lo que luchamos durante nuestra existencia y no afanarse por conseguir el deslumbrante destello de lo que puede durar un flash al dispararse y es cuando entramos en conflicto que el éxito cuando es efímero y no lo sabemos cuidar, nos lo pueden arrebatar de las manos y perderlo en un momento.


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