General Porfirio Díaz. |
Después
de los momentos trágicos en que el General Porfirio Díaz ganó la batalla del 2
de abril, rindió el informe al Ministerio de Guerra a cargo del General Ignacio
Mejia, se quedó esperando algunas palabras de aliento, pero en cambio recibió
un escueto mensaje que decía: “El señor
Presidente queda enterado de que ha ocupado usted a Puebla”.
Fue
suficiente esta respuesta para comprender que el Don Benito Juárez había sido informado
no solo sin entusiasmo, sino con marcado recelo de las últimas victorias
obtenidas por Don Porfirio. Este puede ser el precio de la labor de los héroes,
ya que surge el inconveniente de convertirse en rivales de los jerarcas.
La
única disculpa que pudo presentarse a su favor fue la actuación del destino, al
conseguir divorciarlo con el Presidente Juárez y fue motivo suficiente para que
se sintiera separado del Gobierno y el país lo convirtió en foco del
descontento público.
Fue precisamente
desde el 8 de Noviembre de 1871 hasta el l8 de Julio de 1872 cuando el General
Díaz asumió una conducta de desconcierto, confuso y lleno de inquietudes y
titubeos. Después de haber demostrado su carácter fuerte y seguro en la lucha
contra los franceses, aun cuando estuvo rodeado de las más fuertes
adversidades, los pasos que había dado el héroe, habían sido siempre firmes y
seguros,
El
héroe de la “batalla del 2 de Abril” se había salido de sus normas de conducta
y no sabía actuar fuera de la Ley. En semejantes condiciones el resultado de la
revolución que se había desatado, tenía que ser fatal. Además, su hermano el
General Félix Díaz que por haber sido Gobernador de Oaxaca fue considerado como
uno de los fuertes elementos que siempre lo había apoyado, había sido asesinado
por unos alterados fanáticos.
Con
todos estos acontecimientos el General Dïaz se vio obligado a salir de su natal
Oaxaca, para ir a refugiarse a Nayarit, y después peregrinar obscuramente por
el Estado de Chihuahua. Mientras ocurrían estos hechos, murió el Presidente
Benito Juárez el 18 de Julio de 1872 y de inmediato Don Sebastián Lerdo de
Tejada se hizo cargo de la Presidencia de la República.
De
inmediato promulgó una Ley de Amnistía a la cual se acogió el General Porfirio
Díaz. Los principales políticos de aquellas fechas, al enterarse que el héroe
del 2 de Abril regresaba derrotado, lo consideraron muerto; pero “Olvidaron que los muertos en política
suelen resucitar”.
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