Facultad de Contaduría y Administración. UNAM. |
El
día del Maestro que se celebra el 15 de Mayo ha sido utilizado actualmente para:
inconformarse, protestar, presenciar marchas de maestros y manifestarse con
toda clase de argumentos para exponer su descontento y mostrar poca disposición
en la labor que tienen encomendada.
Con
estos antecedentes encontramos con frecuencia manifestaciones de un reducido
número de mentores que dejan mucho de ser Maestros y que ponen en evidencia a
los que verdaderamente se entregan a la labor docente que exige mucha
dedicación para beneficio de la niñez que en breve tiempo serán los encargados
del manejo de la gobernabilidad de este país.
Yo
recuerdo con mucho cariño a mis maestros de Escuela Primaria que se entregaban con
todo interés a su labor y que no escatimaban ningún esfuerzo a la enseñanza con
exposiciones claras y con métodos suficientes para exponer sus clases con mucho
profesionalismo.
Muchos
de los que fuimos sus alumnos, con el paso del tiempo y siguiendo sus ejemplos
tuvimos la oportunidad de seguir sus métodos de enseñanza en el curso de
nuestros estudios y después de la recepción profesional, el destino nos dio la
oportunidad de formar parte de la generación de maestros en nuestras propias
escuelas de las que egresamos.
Con estos
antecedentes tuve la oportunidad de ser subdirector de la Escuela Superior de
Comercio y Administración que egresé en el Instituto Politécnico Nacional por
cinco años y después fui invitado a participar en la reforma educativa que se
implantó en la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad
Nacional Autónoma de México, de la que soy jubilado después de 25 años de
servicios.
Todo
este andar me permitió estar muy cerca de los planes de estudios profesionales y
contemplar la terminación de la carrera de muchas generaciones de egresados que
actualmente se encuentran ubicados en puestos importantes en diferentes
empresas y otros egresados atendiendo sus negocios propios o sus despachos profesionales.
Mucho
queda por hacer y mucho depende de la formación que se imparta a la juventud
desde los primeros años de escuela, con la disponibilidad de profesores que se
entreguen con verdadera devoción a la enseñanza, para inculcar buenos principios
de estudio a su alumnado como decía el
Papa Juan Pablo II en una de sus visitas a México: “La juventud es el tesoro de esta Nación”
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