jueves, 26 de octubre de 2017

HEROICIDAD Y VOLUNTARIADO.

Fue muy notoria la participación de los jóvenes el pasado mes de septiembre después del temblor que asoló la Ciudad de México, no escatimaron esfuerzo alguno en ayuda espontanea a quienes la necesitaban.  En conjunto también apoyaron los adultos, los conocidos topos, así como ayuda de especialistas que vinieron de otros países. Todos ellos se comunicaban con teléfonos celulares para brindar ayuda oportuna donde más se necesitaba.

Convertirse en una persona bondadosa y afectuosa requiere acción. No obstante no hay nada específico que tengas que hacer, ninguna prescripción o regla que debas seguir. La mayoría de los actos auténticos de bondad y generosidad parecen surgir más bien de modo espontáneo, como si la mente de la persona se hubiera integrado por sí sola con el concepto de otorgar algún servicio a los demás.

Si alguna de tus metas consiste simplemente en ayudar a otros, encontrarás la mejor forma de hacerlo. Las oportunidades que tienes de prestar un servicio a alguien que necesita ayuda, son infinitas. En ocasiones la mejor forma de ofrecer ayuda a un amigo, a una persona mayor o a un desconocido, es aquella que surge en un momento espontaneo que surge de la necesidad.

Puede consistir en cederle tu asiento a un anciano en un servicio público, ayudando a quien lo necesita a cruzar una calle, dar una plática ante un grupo, escribir un blog de autoayuda y de ser posible levantar alguna basura tirada en la calle.

No se hace una labor o servicio a otra persona y cuestionarse después porqué los demás no hacen también algo parecido, o no hacen nada por nosotros. ¿Alguien a quien conoces se muestra difícil? Tal vez necesita un abrazo o alguien que le escuche su versión. ¿Sabes de alguna obra de caridad que tenga problemas? Tal vez puedas dar un poco más de ayuda este mes.

He podido darme cuenta que la mejor manera de poder ayudar a otras personas es muy sencilla, puedes inicia con ese tipo de acto pequeño y silencioso que con frecuencia pasa desapercibido y lo puedes hacer en forma constante, como un compromiso contigo mismo hasta que lo haces como una costumbre.

También he podido comprobar que desde que pude integrar el servicio a los demás en mi vida, me siento más a gusto con esa forma de actuar, porque cuando das, también recibes. Puedes dar una ayuda, un servicio, dar tu tiempo, si aprendes a darte a los demás con generosidad, tendrás la satisfacción de sentir una paz interior que jamás habrías creído poseer.


Conozco un viejo refrán que dice: “En el dar está la recompensa” y eso es muy cierto porque cuando das también recibes. De hecho, lo que recibes es directamente proporcional a lo que das, pero lo más importante la satisfacción que sientes de un deber cumplido. Tal vez los jóvenes que dieron su tiempo y su esfuerzo en la actividad que prestaron durante la actividad del cismo, les quede grabado en su mente para toda la vida. Felicitaciones a todos ellos.


martes, 24 de octubre de 2017

CUIDA TU ESTADO ANÍMICO.

Es tan importante mantener el buen estado de ánimo, porque los estados anímicos pueden ser tremendamente engañosos. Pueden hacerte creer que la vida es mucho peor de lo que resulta en realidad, cuando estás de buen humor la vida parece fantástica porque tienes sentido de la perspectiva, sentido común y sensatez.

Cuando el estado anímico es positivo las cosas no parecen tan difíciles, los problemas parecen menos formidables y más fáciles de solventar. Cuando estás de buen humor las relaciones humanas parecen fluidas y la comunicación resulta más agradable y si recibes una crítica la tomas en buen sentido.

Por el contrario cuando tu estado de ánimo es negativo, la vida parece insoportablemente seria y difícil. Tienes muy poco sentido de la perspectiva,  te tomas las cosas de manera personal y con frecuencia malinterpretas hasta a quienes te rodean, al considerar malas interpretaciones a sus actos.

El problema consiste en que el estado anímico cambia con frecuencia y supones que la vida ha empeorado recientemente. Los contrastes son bruscos y drásticos y pueden parecer hasta absurdos y pueden parecer ridículos, pero todos podemos tener momentos así.

Cuando estamos deprimidos, en lugar de culpar a nuestro ánimo como sería apropiado, podemos suponer que la vida anda mal. Es tanto como suponer que nuestra existencia se ha desmoronado en últimas fechas y por esa razón las cosas empiezan a cambiar.

Lo cierto es que la vida casi nunca resulta tan mala como parece cuando estamos bajos de moral. En lugar de quedarte estático y de mal humor, convencido de que estás viendo la vida de manera real, puedes empezar a cuestionar tu capacidad de juicio.

Cuando empieces a sentir que tu ánimo no es muy bueno, aprende simplemente a verlo como lo que es, una condición humana pasajera. No es muy recomendable hacer un análisis de la vida cuando uno se encuentra bajo de moral, hacerlo constituye provocar un suicido emocional. Si tienes un problema auténtico, continuará estando allí hasta que mejore tu estado emocional.





jueves, 12 de octubre de 2017

AGRADECER LA VIDA CON ALEGRÍA.

Considero que los sismos que hemos pasado en septiembre, nos han dejado muchas lecciones que nos permiten agradecer la vida con alegría.
Fueron tantas impresiones fuetes que tuvimos en esas fechas y sobre todo los cortes de luz, del agua, del servicio telefónico, que por momentos había oportunidad de utilizar el celular y con la carencia de internet, poco podíamos hacer para comunicarnos al exterior.

Ahora que se han incorporado todos los servicios volviendo todo a la normalidad, es curioso que intuitivamente cuidemos que no se desperdicie el agua, el servicio de luz. Son detalles que nos hacen vivir y apreciar mejor los servicios que tenemos a nuestro alcance.

En ocasiones damos poca atención a lo que hacemos o no estamos concentrados en los problemas que hemos tenido durante el día y es necesario que reconozcamos que “ahora es el único tiempo del que disponemos”. La plenitud de la vida surge tan solo al establecer contacto con lo que hacemos en este momento.

Así se trate de nuestras tareas rutinarias que llevamos a cabo en la vida y para nosotros pueden resultar actividades aburridas seguirán siendo monótonas durante toda la vida. En cambio disponemos de la mentalidad de que esas mismas tareas, las vemos como un don que se nos ha encomendado, estaremos apreciando esas mismas tareas y  pueden ser lo máximo de actividades que realizamos en nuestra vida.

Esta idea debe considerarse  para situarnos más allá del concepto común y corriente, ver las cosas en forma útil, para  hacer que lo ordinario en nuestra vida se convierta en algo extraordinario. Al considerarlo así, nuestra vida toma un nuevo sentido.

En nuestro entorno, las cosas pueden seguir siendo iguales, pero para nuestro YO interno estamos manejando un nuevo concepto, porque poco a poco sustituimos nuestras labores rutinarias en una sensación de gran abundancia con la que nos estamos beneficiando. Debes manejar las cosas que hagas, con mucho interés si consideras que es lo único que tienes que hacer hoy.

¿Qué tanta es tu paz mental? ¿Qué tanta es tu eficiencia? Las dos cosas dependen de la capacidad que tengas para estar viviendo en el presente y olvidando lo que pasó ayer y mucho menos de lo que pueda ocurrirte mañana, lo único que cuenta es lo que estás viviendo el día de hoy.




lunes, 9 de octubre de 2017

PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2017.

Kazuo Izhiguro.
Siempre hemos supuesto que el premio Nobel de Literatura se le otorga al mejor escritor contemporáneo y así pasaron muchos años esperando que el turno les llegara a los escritores latinoamericanos Jorge Luis Borges, y a un al mexicano Carlos Fuentes, quienes murieron sin que llegara el codiciado premio.

La realidad es que los dos premios previos de Literatura que se han otorgado a Bob Dylan como cantante famoso que al inicio de su carrera escribió canciones brillantes que fueron del gusto del público, y canciones brillantes que rompieron cartabones, y a decir de críticos especializados, no consideraran a su autor como verdadero literato.

Aun su predecesora Svetlana Alexiévich quien ha escrito verdaderas crónicas periodísticas, pero tampoco se distinguen por calidad literaria. Su labor ha sido menos abundante que otros literatos que están verdaderamente reconocidos internacionalmente.

El nuevo premio Nobel de Litertura Kazuo Izhiguro escritor británico nacido en Japón se trasladó a los 5 años con su famila a Surrey, Inglaterra, donde a su padre le ofrecieron un trabajo como oceanógrafo. La puerta de entrada a la lectura de niño, fueron en la biblioteca local las aventuras de Sherlock Holmes.

Estudió literatura inglesa y filosofía en la Universidad de Kent. Es autor de novelas como “Los Restos del día” “El Gigante Enterrado”. Este jueves pasado explicó en Londres “Como autor una de las cosas que me fascinan es determinar cuándo es mejor recordar y cuando es mejor olvidar”

En el mundo de la literatura se dice que Ishiguro es un autor de relevancia, ha ganado galardones serios como el Booker británico, pero se considera que no supera a otros escritores vivos como Milán Kundera, Philip Roth, Martin Amis, Haruki Muakami o George Steiner, por mencionar algunos.

El premio nobel para Ishiguro constituye una sorpresa debido a que su nombre no figuraba entre los candidatos y corresponde al segundo escritor en la lengua inglesa que consigue dicho premio después del controvertido Bob Dylan el año pasado. Este reconocimiento que se le otorga a Ishiguro es menos controvertido y también menos osado, al tratarse de un autor reconocido que ya dispone anteriormente de otros premios importantes.

Se ha observado que los criterios que sigue la Academia de Suecia han permanecido estáticos en su forma de seleccionar el premio Nobel de Literatura y no parecen buscar a los mejores ni a los que no simpatizan con sus ideas políticas, sino a los más admirados o al inesperado como en el caso actual.







jueves, 5 de octubre de 2017

LA FELICIDAD CON PEQUEÑAS COSAS.

La vida es buena y nosotros tenemos el compromiso de mejorarla, buscarle siempre el lado amable sobre todo del momento que estamos viviendo, tratando de eliminar el miedo de nuestra mente como reflejo de los eventos que pudieran ocurrir en el futuro. Tan pronto como nos ocupamos en alguna actividad el miedo cede, es por eso que debemos ocuparnos en vivir ahora, para tener la mente ocupada y hacer más placentero el momento presente.

De vez en  cuando pierdo esta convicción y reconozco que hay días malos y días buenos que corresponde a ciclos pasajeros, que en alguna forma afectan nuestro estado de ánimo y tal vez se debe a que estamos  transitando por un largo período en que el pesimismo en general se encuentra de moda cuando despertamos y los medios de comunicación nos comienzan a bombardear con noticias en la primera plana de los periódicos, que hemos subestimado por completo la capacidad de sadismo y destrucción de los humanos.

Y aun así… la vida sigue transcurriendo y vivir ahora quiere decir disfrutar todo lo que se hace, por el hecho mismo de hacerlo, y no por el resultado final. Si debemos cumplir una jornada de trabajo que hemos aceptado con responsabilidad, debemos hacerlo con gusto poniendo nuestro mejor esfuerzo si de ello dependen muchos beneficios  que vamos a conseguir y estar conscientes en todo momento de todo lo que ocurre a nuestro entorno, la brisa que acaricia nuestro rostro, el canto de las aves y gozar el paisaje que podamos tener enfrente.

La vida es tan emocionante, las charlas, las relaciones, vivir ahora es expandir nuestra conciencia para hacer más placentero el momento presente en lugar de evadirnos, por eso nos duele tanto, cuando percibimos que algo está en riesgo, porque si pensamos en ello, viene a nuestra memoria lo calladamente maravilloso que puede ser.

Por algún momento pensamos que si nos quedaran sólo seis meses de existencia por delante, nos aferraríamos con todo lo que estuviera a nuestro
alcance a cada mes, a cada día y a cada hora para realizar nuestros propósitos en momentos angustiosos.

Y reconociendo las cosas como son, debemos reconocer que la vida es buena, que nos ha dado muchas cosas y por eso tenemos obligación de mejorarla, haciendo más placenteros nuestros momentos. Si no estamos dispuestos a devolver algo de lo mucho que hemos recibido, nos estaremos burlando de gozar de tantos privilegios.

La vida está hecha de momentos, de trocitos de piedras finas entre largos tramos de grava suelta. Sería ideal que esas piedras finas llegaran a nuestro poder sin tener que buscarlas, pero dada nuestra atareada existencia, eso no pasará. Debemos darnos tiempo para localizar esos momentos gratos.

En vez de contemplar el empedrado camino, aprendamos a ser felices, a ver todo el bien que existe en el mundo, a devolverle una pequeña parte de tantas cosas gratas que hemos recibido. Amemos las pequeñas cosas de la naturaleza, en vez de perdernos en el polvo tenebroso de nuestros frenéticos días. Nuestros logros no serán más que una parte de un currículo. A veces perdemos la capacidad de asombro y en ocasiones logramos recuperarlo gracias a las lecciones duras que hemos vivido, y gracias e ellas, llegamos a aprender que la vida es espléndida y que no tenemos derecho a derrocharla, que “debemos ir juntando esas pequeñas cosas para que con todas ellas… logremos conseguir la felicidad”


miércoles, 4 de octubre de 2017

AHORA TODO NORMAL Y NADA SERÁ IGUAL.

A mi nieto Alejandro: Con mi admiración.

Parece que las cosas empiezan a tomar su nivel y en forma aparente varias actividades se van normalizando, aunque vemos por las calles gente con el ceño muy adusto y mirada triste como señal de que van pensando en alguna cosa no muy agradable. Es natural los cuadros que hemos visto no han sido para menos, sentimos muy cerca la fecha del sismo y los estragos han sido demasiado fuertes.


Hace 60 años en 1957 en mi época de estudiante. Me acuerdo como si hubiera sido ayer, habitaba una casa de asistencia con varios compañeros en la Colonia Juárez, Calle Toledo No. 40-402 a unos cuantos pasos de avenida Reforma, en la esquina de lo que ahora son las Oficinas centrales del Seguro Social y el temblor del 57 fue por la madrugada, tuve la experiencia de estar dormido y no haber sentido el temblor que asoló la Ciudad de México.

Fue por la mañana cuando escuché los comentarios de mis compañeros, me enteré “Que se había caído el Ángel que estaba en Reforma”, nosotros vivíamos a dos cuadras. Me asomé por el balcón del cuarto piso y percibí solamente la columna sin su remate en la punta y más tarde cuando salí a la calle “el Ángel de la Independencia” se encontraba en el suelo. “Tragedia” decían los titulares de los diarios que vendían los voceadores. Esa era la palabra que se leía en la cara de los que caminábamos sin rumbo fijo. Todos lo hacíamos en silencio, como huyendo, como escapando de una terrible fatalidad.

Pasaron 28 años y fue el 19 de septiembre de 1985, ya vivía en mi casa en la Colonia Militar Marte con mi esposa Ma. Teresa y mis hijos Daniel y Rafael. Recuerdo que yo me encontraba en un Club deportivo a las 7.19Hs. y me tocó sentir el segundo temblor en la Ciudad de México. También recuerdo muy bien escuchar las bromas de mis compañeros que nos comportamos con mucha calma y cuando salimos a la calle nos dimos cuenta del ulular de las ambulancias y patrullas contrastaba con el silencio que se respira en un velorio. En lugar de coches había tráfico de gente, motocicletas, y muchos policías que soplaban sus silbatos.

Treinta y dos años después por coincidencia el 19 de septiembre de 2017 a las l3.19Hs, todo es igual, pero a la vez muy distinto a l985. En el temblor anterior no había internet, ni celulares, no había más que televisión abierta, no había sociedad civil, no había libertad de expresión y un solo partido había gobernado al país por casi 60 años, tampoco se veían muchas mujeres trabajando en labores de rescate o recolectando alimentos y medicinas. Tampoco eran tan famosas las mascotas como ahora y tampoco existía “Frida” la perrita labrador más famosa tal vez del mundo, conocida por sus gafas, sus botitas hechas a la medida para su protección, así como su chaleco que la identifica como integrante de la Marina.

Me ha tocado participar en tres temblores en diferentes fechas y me doy cuenta que no soy el mismo de antes; ahora, estoy dedicado a mi familia, atiendo además la tesorería del patronato de una casa hogar que tiene cincuenta residentes ancianos y desarrollo  actividades que antes no podía atender.


Me doy cuenta que ya no soy el mismo de antes, soy afortunado, han transcurrido 60 años.