Fue
muy notoria la participación de los jóvenes el pasado mes de septiembre después
del temblor que asoló la Ciudad de México, no escatimaron esfuerzo alguno en
ayuda espontanea a quienes la necesitaban. En conjunto también apoyaron los adultos, los
conocidos topos, así como ayuda de especialistas que vinieron de otros países.
Todos ellos se comunicaban con teléfonos celulares para brindar ayuda oportuna donde
más se necesitaba.
Convertirse
en una persona bondadosa y afectuosa requiere acción. No obstante no hay nada
específico que tengas que hacer, ninguna prescripción o regla que debas seguir.
La mayoría de los actos auténticos de bondad y generosidad parecen surgir más
bien de modo espontáneo, como si la mente de la persona se hubiera integrado
por sí sola con el concepto de otorgar algún servicio a los demás.
Si
alguna de tus metas consiste simplemente en ayudar a otros, encontrarás la
mejor forma de hacerlo. Las oportunidades que tienes de prestar un servicio a
alguien que necesita ayuda, son infinitas. En ocasiones la mejor forma de
ofrecer ayuda a un amigo, a una persona mayor o a un desconocido, es aquella
que surge en un momento espontaneo que surge de la necesidad.
Puede
consistir en cederle tu asiento a un anciano en un servicio público, ayudando a
quien lo necesita a cruzar una calle, dar una plática ante un grupo, escribir
un blog de autoayuda y de ser posible levantar alguna basura tirada en la
calle.
No
se hace una labor o servicio a otra persona y cuestionarse después porqué los
demás no hacen también algo parecido, o no hacen nada por nosotros. ¿Alguien a
quien conoces se muestra difícil? Tal vez necesita un abrazo o alguien que le
escuche su versión. ¿Sabes de alguna obra de caridad que tenga problemas? Tal
vez puedas dar un poco más de ayuda este mes.
He
podido darme cuenta que la mejor manera de poder ayudar a otras personas es muy
sencilla, puedes inicia con ese tipo de acto pequeño y silencioso que con
frecuencia pasa desapercibido y lo puedes hacer en forma constante, como un
compromiso contigo mismo hasta que lo haces como una costumbre.
También
he podido comprobar que desde que pude integrar el servicio a los demás en mi
vida, me siento más a gusto con esa forma de actuar, porque cuando das, también
recibes. Puedes dar una ayuda, un servicio, dar tu tiempo, si aprendes a darte
a los demás con generosidad, tendrás la satisfacción de sentir una paz interior
que jamás habrías creído poseer.
Conozco
un viejo refrán que dice: “En el dar está
la recompensa” y eso es muy cierto porque cuando das también recibes. De
hecho, lo que recibes es directamente proporcional a lo que das, pero lo más
importante la satisfacción que sientes de un deber cumplido. Tal vez los
jóvenes que dieron su tiempo y su esfuerzo en la actividad que prestaron
durante la actividad del cismo, les quede grabado en su mente para toda la
vida. Felicitaciones a todos ellos.