En
un lugar tan grande como es la Ciudad de México, suele ocurrir que el cúmulo de
pensamientos se va anidando en nuestra mente, hasta que llega el momento en que
las preocupaciones salen de nuestro control y sobre todo, por las noches cuando
estamos en el sueño más profundo hacen su aparición hasta que nos invaden.
Una
técnica muy eficaz para transformarte en alguien más plácido, es tomar
conciencia de con qué rapidez pueden escapar a tu control los pensamientos
negativos y de inseguridad. ¿Te has fijado alguna vez en lo tenso que te pones
cuando te encuentras atrapado en tus pensamientos?
Y
para rematarlo, cuanto más te concentras en los detalles de lo que te
trastorna, peor te sientes. Un pensamiento lleva a otro más hasta que, en un
momento dado, se apodera de ti una agitación increíble. Dicen los especialistas
que nuestra mente puede manejar unos 60.000 pensamientos diarios y lo delicado
es que siempre son los mismos.
Por
citar un caso, puede que te despiertes en medio de la noche y recuerdes que
tienes que hacer una llamada telefónica muy importante para ti al día
siguiente. A continuación en lugar de experimentar alivio por haber recordado
algo muy especial, empiezas a pensar en todo lo demás que tienes que hacer al día siguiente.
Y en
ese recordar surge una probable conversación con tu jefe, y eso te trastorna
todavía más. Y entonces surge: No puedo creer lo ocupado que estoy. Tengo que
hacer diversas llamadas por día. Y sugieres, ¿Pero qué vida es esta? Esta
cadena sigue y sigue hasta que sientes una ofensa a ti mismo.
En
muchos casos no existen límites temporales para la duración de este tipo de “ataque de pensamiento” hasta que
consideras que transcurren los días y sus noches ocupados en esta clase de
ensayo mental. Con esta frecuencia de pensamientos resulta imposible sentirse
bien si se tiene la cabeza llena de pensamientos y cosas molestas.
Lo
importante es reparar lo que está sucediendo dentro de tu cabeza antes de que
los pensamientos tengan oportunidad de adquirir impulso alguno. Cuanto antes te
sorprendas en el acto de formar tu “bola
de nieve mental” más fácil te resultará detener el proceso.
En
el recordatorio de la conversación con tu jefe (citado antes), puedes advertir
que ese proceso mental se ha puesto en marcha cuando comienzas a repasar la
lista de lo que tienes que hacer al día siguiente. Luego en lugar de obsesionarte
con las actividades del día que se avecina, te dices a ti mismo: “Vaya ya estamos otra vez”, y de
forma consciente lo cortas de raíz
Detienes
ese tren de pensamiento antes de que tenga oportunidad de ponerse en marcha. A
continuación puedes concentrarte en lo agradecido que te sientes por recordar
la llamada telefónica que tienes que hacer, en lugar de centrarte en lo abrumado
que estás.
Intenta
hacer este pequeño ejercicio la próxima vez que comiences a obsesionarte con
tus actividades, te asombrará lo que
puede ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario