martes, 11 de julio de 2017

LA COMUNICACIÓN EN EL DISCURSO.

Hoy en día escuchamos tanto y leemos más sobre sucesos actuales, que cada vez entendemos menos de los comunicadores que nos informan tantas noticias, que bien valdría la pena no dejarnos llevar por comentarios sin entender por la forma en que lo expresan.

Otro tanto son los comentaristas que en su calidad de técnicos o especialistas de algún tema hacen tan largos sus discursos y envuelven sus contenidos con argumentos diversos, que terminan porque el escucha no entienda con objetividad lo que en su mente cruza por darse a entender que termina por no decir nada.

No digamos los políticos que salpican sus discursos con palabrería rara que terminan por no decir nada y al final el escucha no sabe si se refiere a otro país o quiso decir algo de lo que no conocía el argumento a informar y explica cosas que menos se entienden.

Por principio para estos expositores es muy difícil que conozcan la diferencia de lo que es un discurso o lo que es una plática, que el primero se dirige a una audiencia lejana y la segunda la usamos cuando hablamos con alguien que está justo frente a nosotros. Lo que debemos considerar en ambos casos debe ser la conexión y el tono en que se desarrolla el evento.

Claro que el expositor debe conocer el tema a tratar, elaborar un esbozo de su contenido y después de ello, dar su plática, porque si se trata de un asunto público no sabe la audiencia que puede tener y a cuántos les puede interesar, aunque se supone que debe expresarse debidamente en el idioma español al menos en nuestro medio.

Tomar en cuenta que su plática (en cualquier caso) no debe excederse de 12 minutos, o menos si es posible, ya que después de ese tiempo cualquier auditorio se distrae, o lo que es peor se aburre; y, su expresión o contenido no debe usar de l.800 palabras en su plática. (Ojalá todos los políticos pudieran aprenderse esta regla).

Enviar un mensaje a la audiencia es un momento muy importante, por lo que el expósitor debe variar su volumen, velocidad e intensidad, ser imprevisible y sobre todo disfrutar ese momento, y reconocer que es un privilegio estar enviando un mensaje a mucha gente.

Si es un auditorio cercano buscar la mirada de sus oyentes y comunicarse con ellos y moverse en el escenario. A la gente le gusta ver las manos sin ser repetitivo. Procurando ser discreto en los movimientos sin jugar a ser conductor de orquesta. Es importante si algo se olvida, reconocerlo en público, sin pretender improvisar algo que no ocurrió.

La plática debe practicarse mucho y de ser posible ante un espejo, o bien ante alguien de confianza para corregir errores. Debe tenerse una idea clara de lo que se va a decir y si es posible sin utilizar guion de la plática y si es necesario se vale hacer notas al alcance.


No es necesario dar de memoria el contenido, aunque es recomendable memorizar el primero y el último minuto y al final se sugiere dar las “gracias”. Cuando todo esto ocurra, tendremos representantes que hablen menos y por lo mismo, gozaremos de leyes que nos rijan, más acordes a nuestras necesidades.


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