Tuve
oportunidad de informarme por medio de los medios de comunicación, de un
indocumentado mexicano Alfredo Quiñones que a los cinco años de edad ayudaba a su
padre quien trabajaba en una gasolinera en Mexicali y conforme fue creciendo
realizaba varios trabajos.
A
los 19 años de edad pasó a los Estados Unidos como indocumentado y primero trabajó
como campesino en el norte de California y luego trabajó como soldador en su
juventud.
Durante
ese tiempo empezó a estudiar el idioma inglés y después tuvo oportunidad de legalizar
su situación migratoria. Más tarde fue aceptado en la Universidad de California
en Berkeley y continuó sus estudios en la Escuela de Medicina de Harvard.
Actualmente
el doctor Alfredo Quiñones es un destacado médico neurocirujano de 50 años de
edad, que ha practicado más de dos mil quinientas operaciones de cerebro y
forma parte de uno de los expertos de la Clínica Mayo, aunque la vida para él
no le ha sido fácil.
El
doctor Quiñones comenta que las mismas manos que trabajaron en varias
actividades en el campo como fue levantar verdura, ahora las dedica a cirugías
para salvar vidas y desde luego está en lo cierto. Sus manos son morenas,
pequeñas y delgadas, lavadas miles de veces para realizar sus cirugías como
neurocirujano.
Por
conducto de la Fundación BRAIN, el doctor Quiñones anualmente se da tiempo para
viajar a Guadalajara y a la Ciudad de México para practicar cirugías a personas
humildes de bajos recursos. Ha de ser interesante tener oportunidad de platicar
con él ya que entre sus proyectos, tiene planes en sus laboratorios de
investigación, para encontrar un remedio que pueda curar el cáncer cerebral.
Su
frase favorita es “Vamos a cambiar el
mundo” y por supuesto que eso lo aplica en sus cirugías, ya que siempre
demuestra que eso es posible cuando lo hace. Además, su actividad la realiza
con otros inmigrantes como él, de todas
partes del mundo.
Diversas
personas que son importantes en la vida política y económica en los Estados
Unidos han acudido a consulta con el doctor Quiñones, lo cual debe ser muy
satisfactorio que un indocumentado mexicano destaque en esos niveles médicos,
donde en estas épocas en que destacan tanto las cosas materiales, es alentador
saber que uno de los neurocirujanos más talentosos del mundo ocupe esos niveles
médicos en la rama mundial.
Es
una práctica que después de la cirugía realizada, se da el tiempo suficiente
para para tomar la mano de su paciente y con un apretón, le dice “Todo está bien” Tal vez médicos de esa
categoría sean muy pocos los que existen.