jueves, 24 de noviembre de 2016

MIGUEL ÁNGEL DIRECTOR DE SU EMPRESA.

San Lorenzo en Florencia.
Ya en un blog anterior cuando hice la visita a la recién instalada Capilla Sixtina me referí al genio creador del pintor Miguel Ángel, el genio solitario que se debatía entre la agonía y el éxtasis tirado boca arriba sobre un andamio con un pincel en la mano. De hecho, esta imagen resultó falsa porque este artista del Renacimiento, resultó un próspero empresario y administrador de su empresa, disponía de varios empleados a su servicio.

Así lo revelan varios documentos hallados en archivos de Florencia que nos indican su faceta como administrador hace 475 años de su empresa y rendía información a sus exigentes clientes: los papas. Mucho del trabajo realizado fue obra de sus trabajadores que le ayudaron a pintar el techo de la Capilla Sixtina y los dirigió en la talla de las tumbas de la Capilla de los Médicis en Florencia con sus alegorías escultóricas del “Día y la Noche” Y “El Crepúsculo”, donde disponía lo menos de unos 200 trabajadores.

Sus ayudantes disfrutaban de buena paga y empleo seguro disfrutando de vacaciones, salvo cuando la muerte del mecenas papal interrumpía el ritmo de su trabajo y los ingresos de su empresa. Muchos de sus trabajadores figuraron en la nómina de 10 a 30 años o más, antigüedad notable si se  considera la expectativa de vida de la época.

Los amplios vínculos del artista con su personal, le garantizaban la estabilidad de la mano de obra y el control de calidad de su empresa. De gran capacidad mediadora cambiaba sus planes y tomaba decisiones sobre la marcha, recorriendo la cadena de montaje y laboraba todos los días, incluyendo sábados y días festivos, lo que le permitía estar informado de todo, llevando la cuenta del último detalle de la operación como él mismo lo escribió al supervisar a los escultores que trabajaban en la Biblioteca Laurenciana había que “andarse con cien ojos”.

Se comenta que para construir la iglesia de San Lorenzo, el edificio más majestuoso de Florencia, utilizó el mármol de las canteras alpinas que hasta la fecha son anaccesibles. Para facilitar esta obra organizó un sistema de transporte de trineos tirados por bueyes, además seleccionó los sitios de extracción de los bloques de mármol uno por uno y supervisando los precios de sus servicios con los carreteros, supervisando el mínimo detalle del proyecto.

En el año 1564 murió el creador de los proyectos y el director de su empresa a los noventa años de edad, dotado del genio creador para lo sublime y para lo mundano. Su estilo de administrador de empresa como el de tantos empresarios de su época, disponía de fallas ocasionales y hay que reconocerle el extraordinario mérito de sus colaboradores a quienes  siempre dejó satisfechos así como a sus clientes y el mérito de sus obras ha perdurado hasta la fecha para beneplácito de sus admiradores, que nunca dejaremos de ver lo grandioso de su genio creador.


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