Gratos
recuerdos tengo cuando recién llegado a esta gran ciudad por los años cincuenta
(hace 60), cuando las calles de la capital lucían casi vacías de tránsito y era
un placer caminar por el centro (ahora centro histórico). Circulaban los
trenes, así como las diferentes líneas de camiones urbanos que nos comunicaban
propiamente en toda la ciudad. En muchos rumbos de las orillas de la ciudad, se
dejaban ver algunas carretas conducidas por caballos por la variedad de establos
que había en diversos lugares que por insalubres los fueron retirando poco a
poco.
La
lógica del desarrollo urbano del siglo XX se notó con mayor intensidad por esas
fechas, por el incremento de nuevos modelos de autos de diferentes marcas y
modelos con avances en su desarrollo de cilindros, frenos, volante y otros
avances notorios que los hicieron más cómodos y rápidos. En mis épocas de
estudiante fuimos felices por la cercanía de las Escuelas con nuestros empleos,
por lo que utilizábamos los camiones de línea con suficiente espacio para
transitar.
Con
el paso de los años la ciudad se empezó a poblar con nuevas industrias, fábricas, empresas nuevas y por consiguiente
la población aumentó considerablemente, al grado que por los años setenta,
había un aumento de población de 50.000 personas cada mes. Para nosotros recién
egresados de las Universidades y Escuelas Superiores, aprovechamos diversas
oportunidades de empleo y en la Ciudad de México surgieron nuevas colonias y
crecimientos urbanos.
Esto
motivó el uso del automóvil para cubrir las distancias que cada vez se hacías
mayores por la preferencia de la población que seleccionaba nuevos lugares para
vivir. Con ese motivo se hizo necesario el uso del automóvil que se convirtió
en una de las aspiraciones de la clase media que con la aspiración y el drama
de obtener un “carro”, fue la etapa de modificación de la conducta humana.
Las
casas de antaño disponían de un solo garaje que en ocasiones permanecía vacío
por si acaso se llegaba a obtener un auto para el uso de toda la familia.
Nuestra vida actual con tanto crecimiento incontrolado ha fomentado el uso de
un automóvil por cada miembro de la familia, lo que ha provocado el desmedido
crecimiento de vehículos que ahora nos ahogan y ha sido motivo de establecer
por parte del gobierno de la ciudad, el programa “Hoy no circula”.
En
la actualidad el automóvil se ha convertido en el tirano que hace que su
poseedor, sea su esclavo por toda la serie de gastos y cuidados que necesita y
exige su cumplimiento; empezando por el valor del vehículo, exige la tenencia,
las verificaciones en el año, el frecuente mantenimiento para disponer de un
buen servicio, la contratación del seguro anual que no es nada barato, las
frecuentes cargas de gasolina y las cuotas de estacionamiento, el mal sabor
cuando el auto es llevado al “corralón”, el pago de la placa y la tarjeta de
circulación que para conseguirla es un triunfo.
El
actual crecimiento de vehículos que estableció el programa “Hoy no circula”
provocó
la compra de “autos adicionales” que
aumentaron el parque vehicular, esta situación provocó que las autoridades
locales, iniciaran la construcción de los “segundos pisos” particularmente los
gratuitos, que en nada han servido para mejorar el servicio de transportación
masiva.
La
contaminación ha aumentado considerablemente, al grado que diariamente tenemos
“contaminación ambiental”, aumentando el número de enfermedades en perjuicio de
la población en general. Así lo han reportado los hospitales y clínicas
públicas y privadas, sin tener una cifra de enfermos y decesos que es la parte
más difícil de la situación actual… ¿Qué se puede hacer? –¡Solamente esperar
las fuertes rachas de viento para que se lleve toda la contaminación que impera
en la Ciudad!
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