lunes, 4 de abril de 2016

BATALLA DEL DOS DE ABRIL.

General Porfirio Díaz. 
Siempre he tenido en mente que el General Porfirio Díaz fue un héroe de nuestro  país y lo demostró en la batalla que sostuvo contra los franceses que estaban posesionados en la ciudad de Puebla. La noche del 30 de marzo de 1867 el general Francisco Leyva acuartelado en Tlalpan informó al General Porfirio Díaz que el general Leonardo Márquez procedente del sitio de Querétaro había llegado a la ciudad de México y durante su estancia recibió una comunicación en que le solicitaba auxilio la guarnición de Puebla.

Esa guarnición tenía órdenes de no capitular y así lo sabía su jefe el general Manuel Noriega, a quien el propio general Márquez le dio instrucciones escritas por él “Espero del valor de Vuestra Señoría que la  plaza se sostendrá a todo trance hasta mi llegada”, quien salió de la ciudad de México a San Cristóbal Ecatepec y desde ese punto podría continuar para Puebla.

En estas condiciones el General Díaz que era un hombre que veía hacia adelante y no hacia atrás, el 31 de marzo tomó la decisión de “asaltar la Plaza”  y así lo comunicó al general Ignacio Alatorre cuartel maestre del Ejército de Oriente su propósito “de asaltar a Puebla el 2 de abril”. Al anochecer, empezaron a llegar los jefes en quienes había pensado para dirigir las columnas de asalto.

El perímetro del enemigo tenía forma elíptica y se extendía de sur a norte, en consecuencia el convento del Carmen (convento en ruinas al sur de Puebla) era uno de los puntos más distantes de la plaza y así le nació  la idea, de hacer un ataque falso que llamaría la atención del enemigo. La idea de concentrar su atención en el sur con un ataque falso al Carmen, para después concentrar la ofensiva en el oeste con el ataque verdadero sobre la ciudad de Puebla.

Protegidos por la oscuridad, las diecisiete columnas integradas en promedio por 130 hombres cada una, marcharon en silencio hacía los puntos por donde debían emprender el asalto. El general Díaz permaneció en la Alameda Vieja, ahí tenía a su izquierda la columna que debía comenzar el ataque y a su derecha las columnas que debían dar el combate contra el convento del Carmen. Díaz dio instrucciones de permanecer en su lugar, incluso si había disparos.

“A las tres menos quince minutos de la madrugada del 2 de abril” escribió el General Díaz, “rompí el fuego en brecha sobre las trincheras del Carmen.” Al mismo tiempo ordenó colocar en lo alto del cerro San Juan, a sus espaldas, un bastidor del que colgaban hasta el suelo unas mantas empapadas con trementina. Al pie de las mantas estaba un jefe, encargado de prenderlas en el momento de escuchar tres puntos agudos de corneta. Cuando las reservas enemigas estaban concentradas en el Carmen dio la señal a sus clarines desde su puesto en la Alameda Vieja, dio la señal de prenderlas. Eran las cuatro de la madrugada.

Era la señal, la línea de fuego pequeña, comenzó a crecer en lo alto del cerro. Estallaron los cañones, los fogonazos de los fusiles que dieron el asalto entre los clamores de la batalla. El combate duró en todo su vigor unos quince minutos; tiempo suficiente y las calles quedaron regadas con los cadáveres. La confusión hizo presa de sus adversarios, al final todos huyeron hacia el norte de la ciudad o cayeron prisioneros. La tropa vio el amanecer en la Plaza de Armas.

La noticia de la toma de Puebla fue anunciada a las autoridades del gobierno de la República. “Son las seis de la mañana, hora en que he tomado esta plaza por asalto”, informó el general Porfirio Díaz.

Así se escribió la historia de un general que actualmente se le humilla y se le margina, un estratega que no le importaba su vida con tal de servir a su patria. Ahora se le menosprecia y mucha gente no quiere saber nada de él.
La vida tiene de todo y hay que revisar un poco la historia de México, para conocerlo mejor y tener la oportunidad de emitir una opinión satisfactoria.


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