Hoy
por la mañana en un agradable desayuno con un amigo querido, me platicaba sobre
un compañero mutuo a quien conocimos hace más de 60 años con quien cursamos la
carrera profesional, y me decía que ha bajado 16 kilos de peso en poco tiempo
debido a una enfermedad de diabetes que
padece y aun así continúa su vida sin ninguna limitación de dieta de alimentos
y gustos. Esto quiere decir que una persona de 90 kilos de peso
normal, se ha
convertido actualmente en persona de 74 kilos, lo cual es muy notorio y causa
extrañeza verle con una figura diferente.
Como
este caso del padecimiento de diabetes, existen otros cientos de casos de fumadores
que a sabiendas del daño que les causa el tabaco, continúan fumando sin ninguna
limitación; otros tantos de adictos al alcohol que después de tantos malestares
que sufren en su cuerpo, siguen injiriendo más licores; los que son adictos a
las drogas, los que son comedores compulsivos, y así tantos otros casos
poseedores de malos hábitos que le obligan a continuar su vida sin ninguna
limitación, a pesar de estar consciente del daño que se están causando a sí
mismos.
Estas
afecciones han abortado más sueños de los que nunca podremos imaginar. El
malestar físico que pueden sufrir como es: el corazón acelerado, el martilleo
en la cabeza, el estómago revuelto, son de los primeros llamados, cuando rozan
el ámbito de sus comodidades. Es un instinto natural y primordial, un remanente
del síndrome de “lucha o huye”. Sin embargo,
aunque parezca difuso es importante reconocer las manifestaciones físicas del
temor a identificarlas.
La
próxima vez la sola idea de abandonar tu ámbito de comodidades te ponga
físicamente enfermo (si pudiera ser tu caso) asegura con calma a tu -yo auténtico- que la sensación de temor
está pasando a través de ti y se disipará si tú sigues avanzando. La
intimidación funciona de una manera distinta al temor liso y llano. Cambia de
forma y es capaz de encarnarse bajo diversos disfraces para controlarte. En
cuanto te armas de valor para rebasar los límites de tu ámbito de comodidades,
es probable que aparezca dentro de ti encarnada en un fantasma que te aqueja.
Lo
peor de la intimidación es que conoce todos tus temores y el momento justo para
ponerlos en marcha. Pero si sus tácticas de intimidación fracasan, ahogará tus
sueños valiéndose de la amabilidad. Se convertirá en tu mejor amiga y hará todo
lo posible para que caves tu propia tumba, proporcionándote todos los elementos
necesarios. Es la única que sabe lo cansado que en realidad puedes estar y te
animará a que descanses y de preferencia duermas profundamente, y reacciones
con tus mejores esfuerzos para labrarte un porvenir mejor.
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