Yo
creo que nosotros conocemos varios casos de personas que quieren influir sobre
otros individuos para que cambien sus ideas y sus actuaciones de acuerdo a las
indicaciones que les hacemos que es lo mismo que controlarlas. Estos casos son
frecuentes en nuestro medio y puede ser en una oficina, en un taller; o bien
pueden ser nuestros propios familiares: la esposa, el marido, los hijos, los
padres los hermanos y muchas veces hasta los amigos como a cualquier otra
persona.
Cuando
tratamos de cambiar la forma de una persona, pocas veces nos podemos dar cuenta
que cada uno tiene sus propias aptitudes, sus objetivos y sus ideas, sus
lecciones que puede aprender, que todos ellos tienen su mundo con una
planificación diferente a la nuestra y por lo mismo, es mejor dejarlos en
libertad y lo más adecuado es apartarse de su camino dejarles que sean lo que
deban ser.
Un
amigo mío me platicaba que una de sus hijas ha sido seleccionada en su empleo
para desempeñar un cargo importante en la oficina matriz de la empresa donde
trabaja y está ubicada en Canadá, por lo que tiene una oportunidad que puede
ser muy útil para su formación y crecimiento laboral. Pero tiene el
inconveniente que su esposa está muy disgustada con su hija porque ya aceptó el
cambio. Con este motivo la hija está muy preocupada porque su madre no está de
acuerdo y por ello, se desencadenó una gran batalla entre los dos egos.
Cuando
mi amigo me platicó esta situación, me decía que no sabe la forma de actuar y que
yo que podía sugerirle. Le sugerí que debe hablar con su esposa y comentarle:
¿Por qué no se limita a ver que su hija tiene que recorrer su propio camino y
aprender sus propias lecciones? ¿Por qué se entremete en las decisiones de su
hija? ¿Por qué le cuestiona y por qué se molesta realmente a su traslado que es
útil para el crecimiento que enriquece su vida?
En
el mismo sentido hubiera sido oportuno que alguna amistad le hubiera preguntado
a su hija: ¿Por qué dependes tanto de la aprobación de tu madre? En lugar de
disgustarse ¿Por qué no le cuestionas su negación y tranquilamente responderle:
“Gracias por tu atención mamá, pero yo debo seguir mi propio camino y no el
tuyo” y quedar en buenos términos sin molestarla pero hablando con sinceridad.
¿Cuáles
podrían ser algunos de los motivos por los que la señora estaba preocupada? Tal
vez temía que sus amistades la juzgaran en un sentido negativo si su hija salía
del hogar paterno para irse al extranjero. También podría suponer que su hija
ya no la necesitaba, por tomar sus propias decisiones que afectaban su vida.
Quizá no confiaba en la capacidad de su hija para responder a las consecuencias
de sus actuaciones. Se trata de temas muy difíciles de considerar y tal vez sea
más fácil arremeter contra la decisión de su hija, que analizar su propia
reacción.
Estos
casos son frecuentes en diversos medios y es muy posible que hasta nosotros
mismos tengamos una situación parecida que nos controlen o que nosotros
tratemos de controlar a otras personas. Qué pasará si el problema implica un
asunto más delicado y la persona afectada se deja manejar con mucha facilidad, y
si la orientación no es acertada, puede ser el caso de poner en riesgo la vida
de esa persona, si no le dejamos tomar sus propias decisiones y asumir sus
riesgos que implican problemas severos, donde constituye una buena demostración
de codependencia. Lo mejor es dejar a las personas en libertad y que sean ellas
las que escojan su propio destino.
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