ANCIANO Y ABUELO. |
El
día de ayer fue una doble celebración porque todos los abuelos y abuelas fueron
reconocidos por sus nietos (en mi caso uno) y además porque el 28 de agosto ha
sido declarado desde finales del siglo pasado como el día que se celebra “al anciano” y aunque deberíamos tener
más fechas para festejarles al año, es un avance que se le reconozca y en forma
muy especial a los que han ocupado el lugar de los padres, educadores y hasta
responsables de la formación de sus nietos, en estas fechas que se conocen
diversas formas en que las familias se organizan.
Este
día tuve la oportunidad de intervenir en el “Asilo
Matías Romero-Hogar para Ancianos” en donde participo con el Patronato y se
celebraron estas fechas, en diferentes festejos para ellos, empezando con una
Misa que ofició el reverendo Padre Enrique González Torres (miembro del
Patronato del Asilo) y después una comida que fue ofrecida por el Presidente del
propio Patronato Ing. Don Alberto Franco Sarmiento y demás integrantes del
mismo, así como algunos benefactores que han contribuido con sus donativos de
fondos, y personalidades de la Delegación política del D. F., departiendo con
mucha alegría con los 54 ancianos que
permanecen en ese lugar y que varios de ellos estuvieron con algunos de sus
seres queridos que les acompañaron en la fiesta.
Cada
uno de los festejados representa una vida completa y una historia diferente que
narrar, todos tienen su libro completo de vivencias, y su deber cumplido. Desde
luego continúan escribiendo su existencia como internos y deben tener muchas
vivencias, ya que forman grupos similares donde recogen varias experiencias y
les ayuda mucho a vivir con interés en algo que puede pasar desapercibido para
otras personas, pero muy aprensivo en su
convivencia que manejan en forma constante.
A
nosotros como integrantes del patronato de la casa hogar, nos permite
participar en una actividad noble y útil para todos, al hacerlo en forma
desinteresada forma parte de un servicio social que también es una terapia de servir
a otras personas que lo necesitan por ser un acto filantrópico que todos deberíamos
dar en cualquier época de nuestra vida y qué mejor hacerlo dentro de una
Organización que se sostiene por sí sola, con el apoyo que le brindan sus
benefactores.
Los
internos disponen del asilo como un sustituto
de su propio hogar, tienen vivienda,
alimentos, agua, y atención médica en forma constante, además de participar en
diferentes programas educativos y de capacitación como son: clases de gimnasia
física con apoyo de aparatos como caminadora, bicicleta fija para los que
pueden utilizarlos, tai-chi, dibujo, y otras actividades que se imparten en la
Casa hogar, en donde cada uno de ellos tiene oportunidad de platicar pasajes de
su propia vida, como parte de la terapia que reciben en conjunto por
especialistas en esa materia. Siempre se ha procurado atender a todos ellos,
dándoles espacios suficientes en los amplios jardines para sus caminatas y
visitas que reciben. Ellos pueden salir con sus familiares cuando así lo
solicitan a paseos y visitas durante
todo el día y por la tarde noche regresan para incorporarse al asilo y
continuar con sus rutinas acostumbradas.
Si
en alguna forma quieres ayudar a tu prójimo y sobre todo quieres favorecerte a
ti mismo queriéndote un poco, incorpórate en alguno de los servicios sociales
que más bien son aplicaciones de bonhomía, inscribiéndote en alguna
organización o apúntate para tomar parte en la actividad que más te guste. Es posible
que has estado retrasando el hacerlo, porque dispones de muchas
responsabilidades que simplemente no tienes tiempo para ello. Cuando estés colaborando
en alguna ayuda social, podrás darte cuenta de la satisfacción que sientes de
poder ser útil a otras personas que más lo necesitan, pero más útil será para
ti porque te deja la satisfacción del deber cumplido y del servicio que puedes
prestar a quienes lo necesitan.
Estas
son fechas que se celebran con amor y entrega, pero los que servimos nos queda
la satisfacción del deber cumplido, en agradecimiento de todo lo que nos ha
dado la propia vida, y ver en una sonrisa alegre reflejada en el rostro de los
ancianos, con lo que nos damos por bien servidos.