Cuando el amor no es consistente y
fracasa en una unión de pareja, se origina el divorcio y quienes llegan a
resentir las consecuencias de esas separaciones, son los hijos que actualmente
ascienden a l.6 millones de niños mexicanos que
no viven con sus dos padres. Hay quienes creen que como son flexibles se
adaptan fácilmente a su nueva vida. Puede asegurarse que pueden pasar por una
experiencia difícil y crítica.
Por lo general los hijos son los últimos
en enterarse de la separación de sus padres, cuando la noticia no se les
informa con tacto llegan a sufrir conmociones seguidas por depresiones, pérdida
de autoestima, enojo, sintiendo en varios casos de que ellos son los
responsables de la separación de sus padres.
Los niños cuando son muy pequeños y sus edades fluctúan entre dos y cuatro años
de edad, se sienten culpables,
trastornando con ello su desarrollo, se vuelven más dependientes, piden que les
den de comer en la boca y sufren otros deterioros que afectan su formación. Los
mayores de entre seis y ocho años, también sufren con frecuencia la culpa de esa ruptura, por temor
a que sus padres los abandonen o pierdan su cariño. En opinión de los expertos,
son edades críticas para los hijos de padres divorciados.
El problema de los hijos de padres
divorciados, son muchachos que crecen con muchos problemas, sobre todo de
autoestima que entre culpables e inocentes, siempre tienen la duda del porqué
se motivó la separación de sus padres y siempre existe una crisis por la
variante de vida para ellos al cambiar de domicilio, al tener nuevos amigos,
establecer nuevas rutinas de vida y formar nuevas costumbres al estar separado
del padre o de la madre.
Es sumamente difícil iniciar nueva vida
entre dos hogares diferentes, con un padre en cada uno y esos es cuando
permanecen cercanos a sus padres. En ocasiones los padres no pueden atenderlos
y es la razón por lo que los abuelos ya sea paternos o maternos, se hacen cargo
de la situación en apoyo de sus hijos hasta que se termina el juicio de
custodia, mientras transcurren las prolongadas y dolorosas batallas de las que
nadie sale bien librado. Algunos padres solicitan la custodia y pretenden con
ello que los niños no vuelvan a ver el ex cónyuge.
Y mientras se libran estas batallas los
hijos son los que teniendo menos culpa, son los que más les afectan estos
cambios. Se ha visto que en México, la mayoría de juicios se resuelven a favor
de la madre, mientras que el padre puede llegar a convivir con sus hijos,
mediante un programa de visitas que puede estar asignado a establecer fechas en
fines de semana y parte de las vacaciones.
En el proceso que siguen los divorcios,
los hijos son los que resienten en gran parte el daño, alterando siempre su
bienestar emocional y en buena medida mucho depende de la relación que
sobrelleven los padres después de la separación. El divorcio no es fácil de
aceptar para ningún niño y algunos de ellos llegan a salir bien librados. Una
vez conocida la sentencia de divorcio, recuperan la confianza en sí mismos y se
sienten más relajados.
Muchos niños prefieren la separación de
los padres, a continuar soportando los pleitos conyugales que cuando las
discusiones llegan a mayor grado en las parejas, empiezan los malos tratos a
gritos y golpes que finalmente llegan a una separación de divorcio. Una vez
pasada esta etapa del divorcio, disminuye el miedo y el estrés para los hijos.
Ahora tienen unos padres más tranquilos y tienen la oportunidad de recibir un
mejor trato de ellos, en una forma más relajada y viendo que sus padres aunque
separados, pero ahora ya se sobrellevan en mejor forma.
Los divorcios nunca son buenos, ya que
se consideran como un fracaso de los matrimonios, lo que equivale a decir que
si alguna vez hubo amor y comprensión, todo eso se derrumbó y terminó en un
fracaso. Un fracaso mayor surge cuando hay de por medio hijos de ese matrimonio.
Puede existir mucho interés de los padres divorciados en apoyar a sus hijos a
encauzar su vida, pero el daño ya está hecho y después tratan de justificar su
conducta.
Una regla que debe seguirse, es que no
obstante la separación, las parejas permanezcan unidas como padres. Deben
continuar apoyando a los hijos con la finalidad de que continúen haciendo una
vida útil al considerar que ellos no tuvieron ninguna culpa en la separación de
sus padres; éstos a su vez, a pesar de haber tenido un fracaso matrimonial,
supieron hacer frente a su compromiso y lograron hacer de sus hijos gente de
bien.
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