jueves, 14 de marzo de 2013

EN EL QUERER ESTÁ LA RECOMPENSA.

AMIGOS.

Estoy a punto de cambiarme de Club deportivo, a decir verdad lo pensé mucho durante un largo año porque arrancar las raíces de un lugar para trasplantarlas a otro sector, son enseñanzas que cuesta trabajo aprender, sobre todo cuando se ha desarrollado una camaradería y establecido costumbres que se han hecho durante diecisiete años, desde la inauguración de su primera ubicación hasta la fecha, se han creado gratos recuerdos desde instructores, hasta amigos queridos que constantemente nos vemos y nos saludamos durante nuestras actividades deportivas y en ocasiones nos dejamos de ver por abordar rutas diferentes.

Sé que cuesta trabajo intentar las despedidas y a la postre debo aprender a sobrellevar las separaciones o simplemente decir hasta luego, pero también debo entender que las etapas llegan a su término y los cambios son necesarios; he aprendido que con el tiempo, con persistencia y un poco de paciencia, cualquier sitio puede llegar a ser un buen lugar, siempre y cuando uno acepte las reglas del juego.

Ahora pienso solamente en mis amigos del club, donde han sido muy amables conmigo y echaré de menos las muestras de simpatía que se tradujeron en aceptación, bromas que es común que se hagan entre “muchachos” cuyas edades fluctúan entre los cincuenta y los ochenta años. Sobre todo a primera hora de la mañana, donde acostumbraba hacer una hora de ejercicios y después se formaba un círculo selecto (por nuestras edades) y se podían iniciar charlas con buen humor y muestras de camaradería, que eran suficientes para iniciar un día con muy buen ánimo, humor y alegría.

Recordaré con afecto y admiración: a mí “hermano” Jesús por su trayectoria, a “Arthur” por su bonhomía, a “Henry” por su buen humor, a “Alex” por su juventud y buen ánimo, a “Ponchito” un abuelo feliz, a “Jesús” por su amor al equipo de futbol (chivas); y a un  grupo  más de amigos donde considero a los José Luises, Marco, César, el Profe. del Valle, Jesús, Raúl, los Richards, y tantos otros compañeros de casilleros,  todos ellos gozan de mi especial afecto y a quienes lo único que puedo expresarles un testimonio que representa muchas cosas gratas, y es una oración cuando se dice con sinceridad ¡GRACIAS!

La inclusión de la palabra ¡Gracias! en nuestro vocabulario es símbolo de una interesante paradoja. Cada vez que pronunciamos esta enérgica palabra reconocemos un don que nos ha sido concedido y en ocasiones lo expresamos hasta sin darnos cuenta. Si la pronunciamos con suficiente frecuencia desaparecerá de nuestra vida todo rastro de conciencia de humildad; observando que siempre transitamos en la abundancia.

 
Dar las “gracias” es una expresión que nos hace sentir vivos, y es equivalente a estar despertando, sobre todo en las mañanas cuando está amaneciendo y podemos decir gracias a tantas cosas buenas que representa la oración más corta y representativa por todo lo que constituye  nuestro despertar y por las cosas que nos esperan durante el día.

Todos los cambios son buenos, con deseo sincero de hacerlo para bien o sin él. Nuevas rutinas, costumbres y privilegios; y empezar a manejar otras veredas para establecer las nuevas raíces de actividades a desarrollar, sin olvidar un listado con un sinfín de personas que me han ofrecido su amistad que es lo más importante que se puede conseguir y su apoyo en el pasado, mismos atributos que me siguen brindando en el presente y que me seguirán apoyando en el futuro; tan solo queda un reconocimiento de simpatía en mi corazón, del que aflora nuevamente una palabra que es “GRACIAS”.

La vida es demasiado importante como para tomársela demasiado en serio y ahora entiendo más este razonamiento que tal vez no lo hubiera interpretado debidamente hace treinta años o más. Cuando puedo extender estos pensamientos de afecto hacia el exterior, hacia el resto del mundo… incluyendo hasta personas que creo no lo merecen. Pronto descubrirás uno de los más grandes secretos del mundo: En el querer está la recompensa”.

 

 

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