Cada vez es más insoportable el ruido en la ciudad
de México, nos absorbe el avance urbano, el aumento de población, el
crecimiento de empresas de producción y servicios, el aumento anual de
automóviles y el aumento de gas producido por los camiones de recolección de
basura y los autobuses y toda la peligrosa maraña de ruidos que de alguna forma
afectan la salud de todos los capitalinos que en mayor o menor gado somos
afectados en un alto nivel sostenido.
Esta
situación ha ido en aumento durante los últimos años y parece que ahora en
últimas fechas, las autoridades han puesto empeño en legislar al respecto,
incluyendo a los órganos legislativos para emitir leyes que reglamenten los
ruidos producidos en esta ciudad. El
umbral de aceptación del hombre para sonidos intermitentes está considerado de
50 a 90 decibelios (decibeles).
El
sonido se mide en “decibelios” que
son las unidades que se utilizan para la medición del ruido, en reconocimiento
al apellido Dr. Alejandro Graham Bell). Dichos ruidos pueden resultar tan
molestos que la percepción y reacción no solo depende de la intensidad, sino
que también influye el estado físico y mental de la persona que escucha como
pueden ser los pacientes de enfermedades con afecciones del corazón que son afectados por ruidos fuertes y súbitos. El
inesperado uso del claxon en forma sorpresiva, puede producir reacciones
reflejas que causen males secundarios a los pacientes cardíacos.
Mucho
se ha ganado al transitar por las diferentes calles de la ciudad de México,
sobre todo en horas pico, dichas calles están saturadas de automóviles y
unidades de transporte público, con un tránsito muy lento, donde se observa que
los conductores en forma ordenada permanecen sin usar el claxon, notándose
algunos desesperados choferes que se conoce son personas que nos visitan de provincia y desperdician
adrenalina en la infructuosa desesperación.
Uno
de los malestares que surgen como reflejo del ruido es “la sordera” y por lo que he leído, el tiempo que tarda el
organismo en volver a su estado normal
después de someterse a ruidos fuertes constantes, es más o menos a la duración
del ruido mismo; pero si el ruido dura más tiempo, la recuperación puede durar
más tiempo. El sonido que producen las
grandes unidades de transporte con escape abierto, cubren poco más de ll4
decibeles, y lo mismo ocurre con el sonido que percibe el oído que produce un
grupo de música de rock. Los médicos especialistas han llegado a determinar la
susceptibilidad de una persona al ruido, donde se ha llegado a la sordera
permanente como consecuencia de exposición continua a sonidos fuertes durante
algún tiempo prolongado.
Las
industrias ruidosas y las diferentes discotecas no son las únicas amenazas por
la producción de ruidos fuertes, los mismos motores pueden producir ruidos
ensordecedores como es el caso de: aspiradoras de polvo (81 decibeles), las
pequeñas licuadoras domésticas (93 decibeles), las segadoras de pasto (103
decibeles), los motores fuera de borda (102 decibeles) que con sus aplicaciones
sencillas de uso, también pueden ocasionar sordera.
El
capitalino quedará muy agradecido a las autoridades locales, si logran que los
encargados del aspecto legislativo, logren promover las leyes contra el ruido,
que mucha falta hace que legislen a la ciudad, por el enorme crecimiento
poblacional de los últimos años y por ser una necesidad actual que resolvería
muchos problemas, sobre todo que ya es necesaria una Ley para reglamentar el
ruido en la ciudad de México, para beneficio de todos los capitalinos.
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