miércoles, 10 de octubre de 2012

LA FELICIDAD CON PEQUEÑAS COSAS.

Un tablón valioso.
La vida es buena y nosotros tenemos el compromiso de mejorarla, buscarle siempre el lado amable sobre todo del momento que estamos viviendo, tratando de eliminar el miedo de nuestra mente como reflejo de los eventos que pudieran ocurrir en el futuro. Tan pronto como nos ocupamos en alguna actividad el miedo cede, es por eso que debemos ocuparnos en vivir ahora, para tener la mente ocupada y hacer más placentero el momento presente.

De vez en  cuando pierdo esta convicción y reconozco que hay días malos y días buenos que corresponde a ciclos pasajeros, que en alguna forma afectan nuestro estado de ánimo y tal vez se debe a que estamos  transitando por un largo período en que el pesimismo en general se encuentra de moda cuando despertamos y los medios de comunicación nos comienzan a bombardear con noticias en la primera plana de los periódicos, que hemos subestimado por completo la capacidad de sadismo y destrucción de los humanos.

Y aun así… la vida sigue transcurriendo y vivir ahora quiere decir disfrutar todo lo que se hace, por el hecho mismo de hacerlo, y no por el resultado final. Si debemos cumplir una jornada de trabajo que hemos aceptado con responsabilidad, debemos hacerlo con gusto poniendo nuestro mejor esfuerzo si de ello dependen muchos beneficios  que vamos a conseguir y estar conscientes en todo momento de todo lo que ocurre a nuestro entorno, la brisa que acaricia nuestro rostro, el canto de las aves y gozar el paisaje que podamos tener enfrente.

La vida es tan emocionante, las charlas, las relaciones, vivir el ahora es expandir nuestra conciencia para hacer más placentero el momento presente en lugar de evadirnos, por eso nos duele tanto, cuando percibimos que algo está en riesgo, porque si pensamos en ella, viene a nuestra memoria lo calladamente maravillosa que puede ser.

Por algún momento pensamos que si nos quedaran sólo seis meses de existencia por delante, nos aferraríamos con todo lo que estuviera a nuestro alcance a cada mes, a cada día y a cada hora para realizar nuestros propósitos en momentos angustiosos.

Pero en lugar de dar gracias y alegrarnos por todo lo que tenemos, vemos el vaso medio vacío y pensamos que las labores que realizamos nos exigen mucho, nuestro trabajo, nuestra familia y todo aquello que nos representa una terrible responsabilidad. Y reconociendo las cosas como son, debemos reconocer que la vida es buena, que nos ha dado muchas cosas y por eso tenemos obligación de mejorarla, haciendo más placenteros nuestros momentos. Su no estamos dispuestos a devolver algo de lo mucho que hemos recibido, nos estaremos burlando de gozar de tantos privilegios.

Con frecuencia solemos decir o escuchamos de nuestros amigos “que no disponen de un minuto libre, que las veinticuatro horas del día no les alcanzan para todo lo que tienen por hacer” Cuando se escuchan esas quejas o lamentaciones, tomamos el caso de tantas personas que cubren una jornada de trabajo en una empresa, atienden hijos y marido en casa en todas sus exigencias, las vemos todo el tiempo ocupadas cumpliendo compromisos de sus ocupaciones y siempre con el mejor ánimo y dispuestas a ayudar cuando se les solicita ayuda.

Aprovecha la vida en todo momento, vive el presente. Mientas esperas que algo ocurra, realiza otras actividades. Si estás esperando que alguien descubra tu talento, procura mejor tomar clases de especialización de lo que tú haces. El hecho de asumir este tipo de iniciativas denota que no te preocupa el resultado final, desprenderse de la situación acelera los resultados.

La vida está hecha de momentos, de trocitos de piedras finas entre largos tramos de grava suelta. Sería ideal que esas piedras finas llegaran a nuestro poder sin tener que buscarlas, pero dada nuestra atareada existencia, eso no pasará. Debemos darnos tiempo para localizar esos momentos gratos.

En vez de contemplar el empedrado camino, aprendamos a ser felices, a ver todo el bien que existe en el mundo, a devolverle una pequeña parte de tantas cosas gratas que hemos recibido. Amemos las pequeñas cosas de la naturaleza, en vez de perdernos en el polvo tenebroso de nuestros frenéticos días. Nuestros logros no serán más que una parte de un currículo. A veces perdemos la capacidad de asombro y en ocasiones logramos recuperarlo gracias a las lecciones duras que hemos vivido, y gracias e ellas, llegamos a aprender que la vida es espléndida y que no tenemos derecho a derrocharla, que “debemos ir juntando esas pequeñas cosas para que con todas ellas… logremos conseguir la felicidad”

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