Hay un país que está vinculado con la carnavalesca idea de la celebración y recuerdo del día de muertos en estas fechas y ese es: nuestro país, donde están las ofertas y donde se instalan altares en las casas y no es lo mismo "el libro de los muertos" de los egipcios, que los "funerales celestes" en el Tíbet y tampoco lo es conmemorar el día de "Todos los Santos Católico" que el "Halloween" celta. Pero hay un país que está vinculado con una visión gozosa de la muerte y en ese lugar están sus seres de México.
La Unesco declaró "Día de Muertos" como "Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad" y una década desde que se refrendó y en él, todos los mexicanos participamos de una u otra manera, Ponemos "Ofrenda" y nos disfrazamos de atuendos de aparecidos o lo vivimos con reconocimiento y devoción y no falta quien brinde por sus muertos más cercanos para limpiar su conciencia.
El 2 de noviembre doblan las campanas anunciando que ya se van los muertos, se reúnen las familias llevando incienso para alumbrar el regreso de sus ánimas y a partir del medio día tres, comienza el intercambio de ofertas entre sus parientes y amistades cercanas. Tradicionalmente se mandaba a los hijos con canastas de pan y fruta de lo que quedaba en la ofrenda para compartir a sus vecinos.
Las "calaveras" de Posada asociadas con el día de muertos están muy arraigadas en la cultura nacional, ya que interpretó la vida y las actitudes populares mexicanas en sus grabados y son calaveras vestidas de gala, en fiesta de barrio, de calles mexicanas y en sus casas. Dibujó calaveras montadas a caballo, posiblemente la más original y famosa sea "La Catrina" o "La Calavera Garban de cera".
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