Tener gusto por la vida es manifestar con nuestra propia valentía el pioder de la vida, sobre todo debemos ver que es lo mejor que hay en ella y permitirle ser y madurar, pues el crecimiento es la esencia de toda criatura viviente, el corazón del proceso de la vida, es como un árbol que crece y no es una estatua que permanece estática en su columna..
La invitación a vivir es pues la invitación a crecer; a ser el que se es, por lo tanto a gozar; pero es también una invitación a esperar. Una invitación a esperar. Una persona vive, mientras siente que su vida tiene significación y valor y mientras tiene algo por lo que vivir., tan pronto como la significación, el valor y la esperanza desaparecen de la vida de una persona.
Nuestros tiempos son peligrosos, pero son también abiertos, estimulantes, llenos de buenas posibilidades. Las personas que nos invitan a la esperanza, no se esperan en casa a lamentarse. Enseñan a niños que tienen dificultades para aprender, derriban las banderas raciales o de las diversas clases que enfrentan a su paso hasta conseguir su objetivo.
En realidad vivimos cuando somos sinceros con nosotros mismos, honrados en nuestros sentimientos y cuando obramos de acuerdo con nuestras convicciones, vivimos cuando amamos y cuando participamos en la vida de otros y cuando estamos entregados con dedicación a alguna labor y preocupados por la vida que nos rodea y cuando se hace el bien a la comunidad.
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