Durante
dos viernes al mes acudo a un desayuno con mis compañeros de generación de la Escuela Profesional y casi
todos esos jóvenes han cumplido 80 años que se considera la Edad de Oro. Todos
en conjunto comentamos las experiencias que nos ha dado la vida, las enseñanzas
de éxitos y fracasos que hemos vivido; primero como estudiantes y compañeros de
escuela, después en actividades diferentes, quienes nos realizamos en nuestra
etapa activa y ahora hemos cedido+ el paso a las nuevas generaciones ejerciendo
nuestro retiro a la vida privada.
Lo
cierto es que para llegar a los ochenta años, es necesario guardar una serie de
disciplinas y no se llega por suerte, es fuerza de voluntad, espíritu de
conquista, impulso hacia adelante, el cual nunca hay que perder jamás.
Cultivar
un pensamiento positivo que te acompañe en todo momento y tratar de buscar
hallazgos felices con cariño satisfacción y alegría. Hay vínculos arraigados
entre el corazón y el cerebro y desde temprano es suficiente un pensamiento
positivo o una sonrisa para cuidar la presión arterial e infundir buen ánimo
siempre.
La
mejor recomendación que se puede hacer es ver el mundo mejor de lo que es, pero
nunca verlo peor. Es verdad que el mundo es incierto como ocurrió al término de
la segunda guerra mundial y después la revolución industrial y fueron mayores
los temores que vivió la humanidad y finalmente se logró seguir adelante.
Lo
cierto es que el mundo también es maravilloso. Dispuso de avances científicos,
médicos y tecnológicos que nunca habían sido tan espectaculares. Durante los
últimos años hemos ganado tiempo en la esperanza de vida, las soluciones al
hambre, escases de agua, las enfermedades virales y ante todos estos problemas,
dejemos de ver medio vacío el vaso del mundo; está lleno de promesas que
siempre están a favor del género humano.
Guardo
en mi memoria los pensamientos y sueños
positivos y los recuerdo cuando me invade una emoción negativa. He creado mi
“cajón de recuerdos” en los que guardo las fotos de mis seres queridos y todas
aquellas cosas agradables que me han ocurrido a lo largo de mi vida y doy
cuenta que esto me hace bien y me causa buenos efectos en quienes me rodean.
A
los optimistas todo les inspira el deseo de mejorar que es el pilar del
conocimiento. Adquirir aptitudes, incluida la técnica, que conforma nuestros
horizontes y -nos brinda felicidad. A los pesimistas les falta curiosidad y por
lo mismo dejan pasar las oportunidades de descubrir cosas nuevas y conocer grupos
de personas para ampliar sus relaciones.
Los
nuevos conocimientos recompensan nuestros esfuerzos y contrarrestan los reveses
y las frustraciones. Pronto te darás cuenta que ser generoso y manejar tus
asuntos con bondad, te hace bien y siempre tienes buena respuesta en quienes te
rodean. Busca grandes hallazgos o plantea retos pequeños que puedas alcanzar.
Lo principal es mantenerte despierto con el deseo de aprender.
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