Hoy
por la mañana tuve la oportunidad de reanudar la sana costumbre de desayunar
con mi hijo Rafael en conocida Cafetería de esta ciudad, después de varios
meses que ya tenía tiempo que no lo hacíamos por diferentes motivos de
ocupaciones y hoy se estableció nuevamente una vieja costumbre después de
hacerlo por mucho tiempo antes.
Comentamos
varias cosas de nuestras diversas actividades ocurridas el año pasado y algunos
proyectos para el presente año con muy buenos augurios. En algún momento
hicimos mención de la actual escalada de devaluaciones y ajustes de precios
derivados de la globalización que obliga a los países a ajustarse a normas
internacionales y que en alguna forma nos afectan directamente como país.
Al
referirnos a viajes realizados al exterior, surgieron los comentarios de
diversas vacaciones familiares que hicimos al extranjero y a diversos países,
haciendo remembranza de la belleza y emoción de la vida incluso en el devenir
más cotidiano. A pesar de que platicamos de algunas cosas que ocurrieron hace
muchos años, recuerdo perfectamente el acontecer de esas vivencias que fueron
tan especiales para mí. Fue una experiencia que alertó mi mente.
Aprendí
que si miraba con atención todo lo que recordábamos en ese momento, se
convertía en algo imponentemente abundante que fueron momentos agradables que
me hicieron recordar hechos que se transformaron de inmediato en momentos
exquisitos.
Este
tipo de atención tuvo además la ventaja que durante unos momentos nos olvidamos
de los problemas que hemos estado viviendo últimamente y además nos olvidamos
de las inquietudes del mañana, estuvimos viviendo el ahora y tuve la
oportunidad de vivir esos momentos, centrado en el ahora que es el único tiempo del que me importaba disponer. Toda
la charla ocurrida durante la sesión-desayuno surgió tan solo al establecer contacto.
Durante
esa reunión tuve la oportunidad de recibir de mi hijo, un libro titulado “Bikram
Yoga” que aprecié verdaderamente por la práctica de yoga que he practicado en
diversas etapas de mi vida. Pero lo más sobresaliente fue la “dedicatoria” que
contenía la obra en su primera página que me conmovió plenamente y consideré
ese momento como una experiencia de felicidad plena.
Muchas
gracias por esos momento Rafas, gocé y tuve oportunidad de olvidarme de mis
inquietudes pasadas o futuras, tuve oportunidad de recordar el aprendizaje del arte de la atención que es un proceso que
he practicado toda la vida como resultado de vivir en el ahora. Lo más
importante para mí, fue la promesa que hicimos de reanudar en el futuro, nuestras
anteriores “charlas de café”
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