Camino al Asilo. |
En esta semana, acudí a una junta de
patronos en la que colaboro en calidad de consejero y en la que me satisface
participar, por contar la Organización con ciento cinco años de antigüedad en
operación y supongo que ha de disponer de tantas historias de las personas que
han pasado por la Casa Hogar, Asilo para ancianos “MATIAS ROMERO”, y actualmente dispone de cincuenta ancianos y con
una ampliación para 2013 de 15 personas más.
Ahora que he colaborado en forma activa
con los patronos que integran la junta directiva. Me he dado cuenta que existe
gente que practica la filantropía y con ello denota amor al género humano y
todo lo que a la humanidad respecta y ayuda a los demás sin que necesariamente
se requiera de un intercambio o de interés alguno (de dar y recibir) y dedican
parte de su tiempo para apoyar a la institución, y tienen el firme propósito de
ayudar a los demás. Se les conocen como filántropos (y a ellos me referiré en
otro momento).
El motivo de esta reunión fue agasajar a
los ancianos internos, con una misa para celebrar el día dedicado a la Virgen de Guadalupe. Después
de este ritual, se sirvió la comida de
fin de año para convivencia con sus familiares y personal de la Casa Hogar y la
presentación de grupos musicales de cuerdas. Al final se realizó la entrega de regalos personales, con lo cual
quedaron muy complacidos los ancianos.
Está comprobado que la mejor manera de
aquietar el ocio, la soledad y en caso extremo la depresión, es dedicando algo
de tiempo para servir a los demás, ayudando a otras personas que lo necesitan,
y prestando algún servicio al género humano, donde uno se puede sentir
satisfecho de hacerlo.
En esta Fundación pude encontrar varios
amigos y compañeros de trabajo, que están formando parte del patronato, y tenía
algún tiempo de no saludarles. Coincidimos en los servicios que otorgamos, sin
ninguna remuneración, pero con la satisfacción del deber cumplido y esa es una
paga verdaderamente agradable a la que dedicamos una parte de nuestro tiempo.
Me he podido dar cuenta de la forma en
que viven estos internos y he tenido oportunidad de conocer verdaderas
historias de vida que de llegar a ser noveladas, serían motivo de diversos
volúmenes y de venta con éxito en librerías. El promedio de edad de estos
internos fluctúa entre los 78 años y como se considera mixto, los varones
forman una marcada minoría, por lo que destaca el número de mujeres, además de
que el promedio de vida de la mujer es de mayor edad que los hombres.
Existen casos de mujeres mayores de
edad, que sus familiares las han llevado a internar y los domingos las van a
visitar para llevarlas a algún paseo, regresándolas por la tarde a su
internado. Y también existen algunos casos de ancianas que cubriendo los requisitos
de ingreso las internan en la Casa hogar y las abandonan, en pocas ocasiones
las han visitado, pero es notoria la crueldad en que las olvidan, al dar la
impresión de no acordarse más del lazo familiar que las une.
Conocí del caso de un médico de
profesión que estando su madre enferma, la internó en la Casa hogar y
actualmente él vive en Chiapas con su familia, paga su cuota mensual de interna
y algún dinero adicional para compra de medicamentos, al ser atendida por el
médico del Asilo, que actualmente él la atiende por el servicio que otorga la
Institución.
La verdad es que se conocen casos en
ocasiones increíbles, pero existen y podrían citarse otros temas de negocios fracasados,
que al resentir quebrantos económicos,
llegaron a encontrarse en estados críticos en materia económica, llegando a
refugiarse en el Asilo que es donde viven sus días. Muchas de estas personas
deben sus enfermedades a fuertes depresiones que les afecta en forma directa. Entre
los ancianos forman sus grupos que en algún momento se distraen, logrando
controlar sus estados anímicos.
Es importante verles en sus clases de
gimnasia física, sus horas dedicadas a la lectura, tienen sus clases de dibujo,
disponen de capilla religiosa donde se refugian en sus oraciones, pueden salir
los domingo a pasear con sus familiares, pueden recibir visitas, disfrutan de
sus horas de televisión y disponen de sus alimentos en las horas indicadas en
el reglamento que les rige.
Para mí han sido momentos de reflexión y
de mucho impacto, pero también de preocupación cuando veo ahora a tantos
jóvenes y personas adultas que no se preocupan de su futuro y menos aún en lo
que pueda pasar cuando les llegue le vejez (si es que tienen suerte) y deban
responder a ella. Actúan ahora viviendo el momento, sin disponer de algún ahorro y menos aún,
previendo alguna forma de vida a futuro.
Son momentos de levantar los brazos y
dar gracias al creador de lo que poseemos, sin desear lo que no tenemos y sobre
todo pensar que lo que más debemos cuidar, “la
familia”, representa la riqueza más grande que podemos poseer.
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