Viaje en el Metro. |
Desde
el pasado mes de diciembre hemos tenido días fríos que han afectado a la gran
Ciudad, y muchas veces nos da pena iniciar el uso de la ropa de invierno,
porque no tenemos el vestuario adecuado y si alguien lleva el atuendo invernal,
no falta quien le dice “sigue el frío” o “dónde
fue la nevada” y es visto como
alguien que quiere lucir su ropa.
Lo
cierto es que en estas fechas debemos tener cuidado del cambio de temperatura y
los días fríos que han hecho, no actuar como si no sintiéramos el frío, sobre
todo en el caso de los ancianos para quienes ya no es lo mismo aquella versión que
dice; “No es lo mismo los tres
mosqueteros, que veinte años después”.
No
estamos acostumbrados a instalar calefacción en casa ¿por falta de recursos o
por tacañería? Ninguna de estas respuestas nos gusta Cualquier solución no es
de nuestro agrado: claro que es triste no tener dinero, pero es más triste no
gastarlo.
He
tenido oportunidad de estar en lugares públicos y también viajar en el metro y
la mayor parte de la gente que encuentro, está resfriada y su aspecto no es
halagador: con tapabocas, con ojos rojos, tosiendo, estornudando con mucho
estruendo, y lo curioso es que sin importar la edad la gente común “en
playerita” y sorbiendo la nariz sintiendo que eso es normal. El catarro ha
perdido naturalidad.
Pese
a todo lo que ocurre en nuestra Ciudad y con un invierno tal vez más crudo que
en años anteriores, nos abrigamos poco y mal, fingiendo que nuestro clima
siempre es bueno. Las bajas temperaturas nos toman por sorpresa “con un sol
tenue que sale al medio día, pero no calienta”.
Sentimos
un poco de vergüenza que nos paraliza, y no utilizamos la ropa adecuada para el
frío, o sea con ropa de diario pero ligera y para una temporada que no existe,
pero cuando abordamos el metro, no permitimos cualquier corriente de aire frío
que nos moleste.
Toda
esta situación se explica porque en esta temporada, los centros de trabajo son
fríos y nuestras casas son tan frías como las calles y la ropa invernal se
reserva para los interiores de casa, donde nadie nos ve y actuamos al margen de
la moda donde nos da la impresión que cuando visitamos a alguien, se encuentra
con ropa gruesa y abrigadora, con mantas que parece son fabricadas con manos
artesanales y chamarras dobles que utilizan los esquimales.
Alguna
ocasión acudí a una visita en casa particular, y disponían en un rincón de un
calentador eléctrico de esos que si te acercas te calientas y es propio para
visitantes. Lo curioso es que cuando me retiré de ese domicilio, pude observar
que salí estornudando.