Se
ha demostrado que el hombre en la actualidad para para serlo, necesita de
cualidades indispensables que equivalen a pertenencias como son: pueblo de
origen, casa para vivir y leyes que lo rijan y así la derivación de ser
ciudadano si pertenece a una sociedad, con sus derechos reconocidos y que pueda
vivir dentro de márgenes de seguridad.
Estos
parámetros son necesarios para que pueda vivir con tranquilidad en un lugar
propio para hacerlo y ser poseedor de gozar de sus derechos que le permitan
vivir con tranquilidad, donde se tejen en prácticas las leyes que le amparan y son aplicadas y
resguardadas por las instituciones que prevalecen activas. Quitarle patria es equivalente a quitarle
despojarle de sus derechos y extirparlo de la comunidad a que pertenece.
La
eliminación del DACA debe entenderse en estos términos ya que arrebatarles
patria a miles de jóvenes, equivale a convertirlos en “apátridas” que serán personas sin sus comunidades, sin raíces y lo
que es peor sin destino definido.
Todos
ellos llegaron a Estados Unidos por voluntad de sus mayores y han vivido en ese
país durante toda su vida, cursaron sus estudios en sus escuelas y aprendieron
el idioma inglés las letras y los números y han creado su ambiente en esas
tierras que les vieron crecer. La mayoría de ellos apenas tienen recuerdos de
otros países y ahora son declarados “indeseables”
por el presidente en turno.
Expulsarlos
de ese país al que consideran propio es equivalente a cometer un acto de
crueldad, ya que todos ellos han permanecido su vida en ese país y por
consiguiente han hecho sus amigos y socios en esos lugares donde han elaborado
su proyección de vida futura.
Se
les condena por faltas que no han cometido, por acciones por las que no podrán
en modo alguno ser responsables. Menores que fueron llevados por sus padres y
que al crecer ya consideran ese país como su nuevo hogar.
Se
ha considerado a estos jóvenes que constituyen un peligro para la seguridad del
interior de los Estados Unidos, cuando no son ni remotamente una amenaza. Se
les acusa de robar empleo a los nativos ignorando las razones estructurales del
desempleo contemporáneo y se denuncia con hipocresía la ilegalidad de la medida
adoptada por administraciones anteriores.
La
expulsión de miles de jóvenes de ese país que son norteamericanos, equivale
desde cualquier punto de vista a reconocer que no han hecho nada mal ni
cometido falta alguna. La única lógica que puede invocarse para condenarlos con
la expulsión de jóvenes que estudian y trabajan en ese país es la del “racismo”.
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