Todas
las fechas se llegan y por fin el viernes de la semana pasada tuvimos la
oportunidad de ver la llegada del Papa Francisco a nuestra ciudad, en medio de
una tarde fría, pero la gente con mucho entusiasmo dio la bienvenida a “Francisco”, nuestro Papa
latinoamericano que por primera vez llega a nuestro país y con su llegada se
calentó el ambiente y el recibimiento fue con cientos de personas que se dieron
cita en el aeropuerto de la Ciudad, con fiesta de mariachis, canciones
mexicanas y bailes clásicos de fiesta y alegría que denotan la felicidad que se
veía en los rostros del público que después de varias horas de espera
presenciaron la llegada de tan distinguido viajero.
El
Papa Francisco llega a un México donde el significado de “Familia” es muy importante porque nos reunimos con frecuencia y
podemos compartir el pan y la sal en una iglesia que se llama comedor. Donde
con frecuencia nos reunimos con amigos pero no de ocasión, sino de muchos años.
El Papa llega a una tierra donde es frecuente encontrar gente buena que te
brinda un saludo y muestra su actitud de hacer las cosas bien y sobresalen su
lealtad y su disposición de ayuda.
Ahora
ha llegado el Papa a México y hemos tenido la oportunidad de escuchar muchos
mensajes que sacudieron muchas conciencias tanto de la clase política en todos
sus niveles que siempre suponen que es una casta divina que tienen primacía en
todo y a la estructura eclesiástica que tiene una responsabilidad pública y
privada sobre todo en la familia.
Además,
todas sus recomendaciones son hechas a la medida de cualquiera de nosotros
cuando nos acordamos solamente de nuestros derechos y nunca nos referimos a nuestras
obligaciones. El Papa ha demostrado una gran habilidad para enviar mensajes en
aquellos lugares que son escenarios donde está participando, rompiendo muchos
protocolos desde su llegada a nuestra Ciudad de México cuando se apartó de la
alfombra roja para besar a un niño enfermo y no mostró ninguna prisa cuando con
toda calma se tomó tiempo para saludar a los funcionarios que le fueron
presentados.
A la
clase política que por primera vez lo recibió en Palacio Nacional, le asestó
directamente: “cada vez que buscamos el
camino del privilegio o del beneficio de unos pocos en detrimento del bien de
todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la
corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la
violencia e, incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando
sufrimiento y frenando el desarrollo”, En la Catedral Metropolitana a los
obispos les advirtió: “no se dejen
corromper, no pongan su confianza en los carros y caballos de los faraones
actuales”.
En
la Basílica de Guadalupe y frente al Presidente del País, el Papa dijo: “En ese amanecer (cuando se refería a la aparición de la Virgen de Guadalupe) Dios se acercó y se acerca al corazón
sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos, que han visto
partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”
Es
posible que esta visita del Papa a México no cambie el rumbo de nuestro país,
pero algo quedará en cada uno de nosotros para mejorar nuestra conducta y nos
haga reflexionar su mensaje, porque si queremos verdaderamente un cambio,
debemos empezar por operarlo en cada uno de nosotros, en nuestra actitud, con
nuestra familia, con nuestros amigos y tratando de ayudar al prójimo que es lo
que nos cuesta tanto trabajo hacerlo.
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