Recuerdo
que alguna vez en amena charla con mi nieto y cuando yo cumplí 75 años de edad,
me preguntó en una fecha que cumplí años lo siguiente: “Cuántos años tienes abuelo” me quedé pensando por algún momento y
se me ocurrió antes de decirle mi edad, comentarle algunas cosas que vinieron a
mi memoria.
Tuve
la oportunidad de nacer en la mejor época porque me tocó conocer el inicio y el
avance de la ciencia y la civilización que correspondió a la segunda mitad del
siglo pasado, que se tuvieron los avances científicos y tecnológicos que no
habían sido descubiertos en todos los años anteriores.
Nací
antes de que se descubriera el radar, los submarinos, el avión en todos sus
modelos, los barcos trasatlánticos de pasajeros que fueron grandes avances y
ayudaron al hombre en la navegación y en los vuelos trasatlánticos, no había
hornos de microondas, ni máquina lavavajillas, la licuadora, la lavadora de
ropa, la secadora tampoco se conocías; y en aquellos tiempos no había tarjetas
de crédito, pocos cheques y el dinero circulaba normalmente.
Cuando nos casamos tu abuela y yo, formamos una
familia que era la forma más común de tener hijos formados por un papá y una
mamá. El matrimonio era considerado para permanecer toda la vida en pareja ya que
no había divorcios ni tampoco hijos fuera de él.
Ahora
hay muchas cosas que hasta a los niños pequeños les pueden parecer normales,
pero en aquellos años no se conocía la computadora y menos su lenguaje que le
es propio y que se necesita conocer y aplicar su manejo, por ejemplo los “virus” se referían a las viruelas, más
no desaparecían archivos, “chip” significaba
un pedazo de madera, “hardware” se
llamaba a la ferretería y el “software”
no se conocía.
En
el lenguaje común, había mucho respeto al género humano, a los hombres les
llamábamos “señor” y a las mujeres “señora” o “señorita” a nuestra generación nos educaron con base en los 10
mandamientos, el buen juicio y el sentido común; nos enseñaron a diferenciar
entre el bien y el mal y a ser responsables de nuestros actos.
Hablando
de máquinas, no existían los cajeros automáticos, las cajas traga monedas, las
máquinas expendedoras de helados, procesadoras de café en sus diferentes
preparaciones; la “comida rápida” solo
se referían a ella cuando la gente estaba apurada y no había “islas” en los centros comerciales de
comida rápida “fast food”, ni pizza
hut, hamburgueserías de “Mc Donalds”, ni tampoco había café en polvo ni se
conocían los endulzantes artificiales.
La
gente que disponía de automóvil solamente tenía uno para toda la familia y la
gasolina costaba treinta centavos el litro. El hombre nunca había llegado a la
luna; no había trasplantes de corazón ni tampoco se remendaban corazones
solamente calcetines y tampoco se destapaban arterias como ocurría con los
caños.
Cuando
le expliqué a mi nieto estos acontecimientos se me ocurrió preguntarle: ¿Cuántos años crees que tengo” pensó la
respuesta con detenimiento y me dio la respuesta: “Yo creo tienes más de cien abuelo”
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