El austriaco Karl Rabeder de familia muy pobre pensaba que su misión en la vida era hacer dinero y al morirse su padre, su madre y él se fueron a vivir con la abuela quien era una buena administradora. De adolescente intenté estudiar varias carreras pero descubrí era hábil con el dinero diversifiqué mis trabajos y a la mitad de mi carrera. Describe su creciente descontento con las grandes empresas y la sociedad de consumo. Practique varias actividades durante 25 años y el descontento llegó al máximo.
En el año 1998 en unas vacaciones y durante tres semanas de diversión, nos dimos cuenta que de que allí no había personas auténticas, los empleados hacían el papel de personas amistosas y serviciales y los huéspedes de personas importantes. En el tercer Mundo, conoció a personas muy importantes y cuando de regreso a sus actividades normales, observó que muchas personas de los países en vías de desarrollo parecían llevar una vida más plena.
En términos de felicidad Europa, Japón y Estados Unidos están en el subdesarrollo total. Cuenta que en el tercer mundo conoció a personas con muy pocas oportunidades que eran capaces de vivir y disfrutar el presente. Comencé a darme cuenta que yo no necesito mi casa en las alturas del Tirol Austriaco ni las otras que están a mi disposición, ni los autos elegantes que poseo, ni planeadores ni cosas caras. el paso siguiente fue comunicarme con otras gentes.
En un viaje conoció a un carpintero talentoso, era un artista con ideas para hacer muebles por encargo y necesitaba una sierra especial. Como no tenía fiador el banco no le prestaba dinero para comprarla, así que le doné 300 dólares, Fue un préstamo sin fecha de pago, pero tiene un negocio que le permite mantener a sus hijos y que lo satisface como artista,
Con las riendas de su vida eh sus manos cambiará al mundo. Él responde complacido y con firmeza, con la mano sobre el corazón dice. "El potencial para crecer está aquí".